Despedida y cierre. En Madrid, un multitudinario acto del PP puso ayer punto final a 14 años de liderazgo de José María Aznar. Pese a la derrota de su partido en las elecciones del 14-M, la ceremonia se convirtió en la apoteosis del todavía presidente, quien sin asumir error alguno prodigó reproches a sus enemigos y lecciones a su sucesor, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Él mismo lo había advertido al tomar la palabra: "Voy a hacer de Aznar".

Decenas de autobuses sufragados por el PP colapsaban los aledaños del Palacio de Vistalegre, en el humilde barrio madrileño de Carabanchel. En el mismo recinto donde Zapatero ha hecho sus mítines más espectaculares, 20.000 enfervorizados simpatizantes del PP se congregaron ayer para consolarse por la retirada de Aznar y el batacazo electoral de Mariano Rajoy. No en vano Vistalegre es un escenario multiusos, una plaza de toros donde unos toman la alternativa y otros se cortan la coleta.

CONSIGNAS CONTRA LA PRENSA Ovacionado sin tregua por el auditorio, Aznar admitió el triunfo de Zapatero --"quien gana, gobierna, y no hay más que discutir", pero no hizo sino poner peros a esa victoria. Jaleado por las consignas del público contra el grupo Prisa, la cadena SER y Telecinco, el presidente en funciones reiteró que su Gobierno contó todo lo que sabía sobre la masacre del 11-M y fue "calumniado" por los medios de comunicación "manipuladores" que sostuvieron lo contrario.

"Han mentido, mienten y saben que están mintiendo", bramó el jefe del Ejecutivo, para luego elogiar al ministro Ángel Acebes, quien acusó a ETA de la matanza cuando la policía ya apuntaba a Al Qaeda.

Puesto que el objeto del mitin era insuflar ánimos a la militancia, Aznar se negó a definir como "una derrota" el varapalo sufrido por el PP en las urnas. Prefirió calificarlo de "contratiempo electoral". Tras describir a Rajoy como "un tío listo", animó a las bases a compartir su "orgullo" por dos motivos: su gestión durante ocho años al frente del Gobierno y los "principios y convicciones" que conserva el PP.

"Que no nos den lecciones de democracia, porque se las damos nosotros", advirtió a los socialistas, y a fe que cumplió su palabra. Les aconsejó que cuando lleguen al Gobierno no busquen "bajo las alfombras" porque nada van a hallar, ya que el PP no deja "escándalos, deudas, papeles, corrupción ni rencor".

A Zapatero, como futuro presidente, le pidió que no dilapide la herencia que recibirá, que resumió con el "España va bien". El PP, dijo, será una oposición "exigente", pero le apoyará "gratis" para que no dependa de "radicales o extremistas" que pongan en jaque la estabilidad institucional. Incluso citó al presidente catalán Pasqual Maragall, al líder de ERC, Josep Lluís Carod-

Rovira, y al lendakari Juan José Ibarretxe. A su juicio, la reforma estatutaria que los socialistas plantean en Euskadi es el plan Ibarretxe "con otro envoltorio".

Aznar expuso que tras el 11-S entendió que su "obligación" era alinearse con EEUU. Alegó que "lo peor" que se puede hacer frente al terrorismo es "no plantarle cara", y subrayó que el 11-M "grupos terroristas de carácter islámico, fanáticos, declararon la guerra a España". Por eso pidió "por favor" a Zapatero que "España no se baje del autobús internacional" de la lucha antiterrorista, porque eso sería "una tragedia". Aunque el líder del PSOE anunció la retirada de las tropas de Irak antes de la matanza de Madrid, ayer Aznar volvió a pedirle que las mantenga en vez de "esconder la cabeza debajo del ala".

LA CONFESIÓN Tras confesar que su gran empeño ha sido "fortalecer la conciencia nacional" española, Aznar cerró su intervención con dos consignas que le definen a la perfección: "¡Viva el PP! ¡Viva España!".

Por otra parte, el PP está pendiente de si esta semana prospera la designación de Rodrigo Rato como candidato a dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI). Si se le cierra la puerta, Rato encabezará la lista del PP en las europeas de mayo.