La policía ya tiene prácticamente reconstruidas las secuencias previas al atentado de Madrid e identificados a los diez hombres que la madrugada del día 11 partieron de Chinchón con 14 bombas a cuestas. Fuentes de la investigación aseguraron ayer que, además de Jamal Zugam, otros tres hombres de los ya detenidos formarían parte del comando operativo, del que todavía falta por arrestar a otras seis personas. Las identidades de estos seis sospechosos serán distribuidas en los próximos días mediante órdenes de búsqueda y captura internacional que se facilitarán, de manera restringida, a los servicios secretos de otros países para que colaboren en su detención. Los investigadores están prácticamente convencidos de que el resto de implicados ya han abandonado España.

La policía dispone de la declaración de numerosos testigos, supervivientes de la masacre, que aquella mañana presenciaron cómo tres hombres descendían de la furgoneta Renault Kangoo cargados con bolsas. Los otros siete llegaron a la estación de Alcalá de Henares, como mínimo, en otros dos vehículos. Uno de ellos podría ser un Mercedes propiedad de Zugam que ya está en poder de la policía. Los investigadores tratan de concretar ahora si el tercer vehículo fue detonado por los Tedax de manera intencionada el mismo día de los atentados.

SIN ADIESTRAMIENTO Los responsables de las pesquisas han podido determinar que ninguno de los detenidos ha sido adiestrado en campos de entrenamiento de Afganistán. Este hecho les induce a pensar que su radicalización maduró ya en España, donde la mayoría realizaban una vida aparentemente normal.

De las escuetas declaraciones realizadas hasta ahora por los detenidos y del análisis de la documentación incautada, --tanto en el locutorio de Jamal, en Lavapiés, como en la casa de Chinchón--, los investigadores han resuelto que la elección de la fecha de los atentados no fue casual. Los terroristas sabían perfectamente que el 11 de marzo se cumplían los dos años y medio del atentado de Nueva York, pero también eran conscientes de las repercusiones políticas que tendría una acción terrorista en vísperas de unas elecciones generales. De hecho, la compra de los explosivos se realizó tras la convocatoria de los comicios.

CON ANTECEDENTES Precisamente, a raíz de esa compra-venta de explosivos y detonadores, la policía detuvo el domingo en Avilés a Antonio Toro Castro, de 27 años y cuñado de José Emilio Suárez Trashorras, el exminero de 27 años jubilado por depresión y ya en prisión acusado de suministrar a los terroristas los casi 150 kilos de goma-2 eco que se usaron en la masacre.

Los dos cuñados regentaban en la localidad de Piedras Blancas, hasta principios del año pasado, un comercio de compra- venta de vehículos de segunda mano. Ambos ya fueron detenidos, en el verano del 2001, acusados de pertenecer a un red de traficantes a los que se les incautó 84 kilos de hachís, tres de cocaína, 16 cartuchos de goma-2 eco, 94 detonadores y dos pistolas. Todo el material fue localizado en un garaje propiedad de Toro Castro, que, como el resto de detenidos en aquella operación, todavía está pendiente de juicio.

A diferencia de su cuñado, Toro Castro sí ingreso en la cárcel de Villabona, en la que, según han podido deducir los investigadores, comentó a otro recluso que tenía un familiar que podía conseguir explosivos.