Los primeros 14 años de los socialistas en el poder, de 1982 a 1996, fueron fértiles en desavenencias entre el Estado y la Iglesia, especialmente en el terreno de la moral, pero hubo cuestiones cruciales para el episcopado, como el sustento económico de la institución, en las que hubo un apaño. Sin embargo, la situación de la Iglesia católica apenas cambió con la llegada del Partido Popular.