El PSOE aceptó a regañadientes la comisión de investigación y ahora, a punto de dar el carpetazo, se resiste a la comparecencia del expresidente del Gobierno José María Aznar por creer su testimonio irrelevante. Pero se equivocan, como lo hicieron en su día renunciando al juicio político del franquismo. ERC, IU-ICV y CiU insisten, con razón, en la necesidad de interrogar al, en su momento, máximo responsable de la gestión del Gobierno del PP.

Aznar, con mono de predicador, pide comparecer, y Mariano Rajoy, como buen gallego, dice que sí, pero que lo pidan los otros. El testimonio de Aznar serviría para ratificar un dato inquietante, tal como se pudo constatar en la intervención del correveidile Ángel Acebes: que no mintieron por intereses partidistas, sino que nos revelaron su verdad, única y absoluta, escrita en un guión previo donde no cabían más terroristas que los etarras.

Los dogmáticos suponen un mayor peligro que los mentirosos o los tramposos. Esperemos que Mariano Rajoy pueda sacudirse la herencia totalitaria aznarista en el próximo Congreso del PP.

Profesor de Historia.