Batasuna volvió a demostrar su habilidad para embarrar el terreno de juego con el objetivo de obtener provecho político. Cuando parecía al borde de la desaparición, su apoyo por sorpresa al plan Ibarretxe volvió a colocarle en el centro del escenario político. La aprobación, el jueves, del proyecto del lendakari obliga a éste, si cumple sus promesas, a convocar un referendo en Euskadi en el plazo de seis meses. El órdago de Ibarretxe al Estado está servido.

El resultado de la votación fue de 39 votos a favor y 35 en contra (hay 74 escaños en la Cámara). Tres parlamentarios de Batasuna (Arnaldo Otegi, Joseba Permach y Jon Salaberria) apoyaron a los 36 del tripartito (PNV-EA-IU), mientras que otros tres votaron en contra, con PP, PSE y UA.

El anuncio de Otegi desde la tribuna, a las cinco de la tarde, convulsionó la Cámara. "Vamos a dar tres votos afirmativos: a la autodeterminación, a la consulta popular y a un acuerdo que permita la superación del conflicto", y tres negativos, "para cerrar la puerta a la reforma estatutaria tal como está planteada".

Nadie se lo esperaba. Hace sólo unos días, Pernando Barrena, dirigente de Batasuna, negaba con vehemencia que fueran capaces de una jugada como ésta: "Eso sería maquiavélico".

INCREDULIDAD El rostro del lendakari denotó más molestia que alegría por ver aprobado su plan. Su discurso pronunciado por la mañana metía en el mismo saco a Batasuna, PP y PSE, por rechazar el proyecto. La incredulidad era patente. Al acabar el pleno, Ibarretxe procuró ante las televisiones responder a los abrazos y felicitaciones y dijo: "Ya no es el proyecto del Gobierno, sino del Parlamento". En tono solemne, proclamó: "Se abre un nuevo tiempo político; todos debemos estar a la altura".

Ibarretxe telefoneó enseguida al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para "abrir formalmente un proceso negociador" y quedaron en que mantendrán una entrevista. Y también se reunirá con los portavoces parlamentarios.

Pero el apoyo de Batasuna no deja de ser un caramelo envenenado. El PNV tenía previsto presentarse a las autonómicas de mayo con el plan Ibarretxe como programa y alcanzar la mayoría absoluta con una Batasuna ilegalizada que no puede acudir a las urnas. Esa agónica Batasuna cobra ahora protagonismo en detrimento de los peneuvistas.

La oposición no tardó en denunciar la reedición del Pacto de Lizarra, incluyendo a ETA en el acuerdo, y se mostró convencida de que éste era el motivo por el cual el PNV no permitió la disolución de Batasuna en el Parlamento. PSE y PP coincidieron en recordar a las víctimas del terrorismo, y en criticar al lendakari por dar la llave de la política vasca a los terroristas, incumpliendo su promesa de no buscar apoyos en Batasuna hasta que condenara a ETA. El socialista Patxi López dijo: "Quien juega con fuego se quema, e Ibarretxe, hoy, se ha quemado".

AVISO DE OTEGI Pero Otegi también avisó de que su apoyo no es incondicional. "Que nadie se equivoque. No damos la aprobación al proyecto de Estatuto, sino que pedimos que se abra un proceso de paz sin exclusiones ni prejuicios". En caso contrario, "nos tendrán enfrente".

El resto del debate parlamentario quedó pulverizado ante la confusión creada por Batasuna. Durante las horas siguientes al anuncio de Otegi los oradores no fueron capaces de aludir a la aprobación del plan.