Adiós a la política de bloques en Euskadi. Con los resultados en la mano, ni la vapuleada coalición PNV-EA podrá reeditar el Gobierno tripartito nacionalista junto a la estancada IU-EB, ni el fracturado frente constitucionalista --PSE y PP-- suma una mayoría suficiente en el Parlamento vasco. El ganador de las elecciones, el lendakari Juan José Ibarretxe (PNV), sólo tiene dos alternativas para conservar el cargo: la primera y más plausible, negociar el apoyo de los socialistas vascos; y la segunda, menos verosímil, apoyarse en el Partido Comunista de las Tierras Vascas (EHAK), socio de Batasuna.

Ni por su ideario, teóricamente comunista, ni por su evidente afinidad con la ilegalizada Batasuna cabe esperar que la emergente EHAK propicie la investidura de Ibarretxe y dé estabilidad a su Gobierno. Si no lo hizo en el 2001 Euskal Herritarrok (EH), marca de Batasuna que optó por la abstención, aún menos lo hará ahora la izquierda aberzale, cuya relación con el PNV no ha hecho sino deteriorarse en estos años.

A Ibarretxe tampoco le resultará fácil resucitar la antigua alianza con el PSE, cuyo líder y candidato, Patxi López, ha repetido durante la campaña que sólo contempla un pacto: el que le convierta en lendakari.

Pero la aritmética es terca y ofrece pocas combinaciones que no tengan como eje el acercamiento entre nacionalistas y socialistas. Un ejemplo: el actual tripartito (PNV-EA e IU/EB) y el solitario diputado de Aralar suman 33 escaños, los mismos que suman PSE y PP. Un empate que sólo el diálogo podrá romper.

PP Y SOCIALISTAS Otra novedad de estos comicios es que se ha roto la relación de fuerzas entre socialistas y populares vascos, debido, entre otros factores, a la ruptura del frente constitucionalista, la llegada del PSOE al poder y el predicamento que José Luis Rodríguez Zapatero tiene en el País Vasco.

Con una participación 10 puntos menor, el PSE es el único partido que crece en diputados (cinco) y en votos respecto al 2001, en términos absolutos (19.000 papeletas más) y porcentuales (4,7 puntos). Sólo se le acerca el debutante EHAK, que registra 8.000 votos más que EH hace cuatro años. La fuga de votos del Partido Popular hacia el PSE se detecta en la magnitud del desplome de los conservadores: pierden un 36% de sus sufragios del 2001 (118.000), una tasa muy superior al incremento de la abstención.