El ministro del Interior, José Antonio Alonso, pidió ayer en Barcelona que "la ONU tome la sartén por el mango", en referencia al alud de inmigrantes que tratan de llegar a España a través de Marruecos. El objetivo: que a medio y largo plazo se consoliden en África "sociedades civiles estables e instituciones democráticas" que, con "políticas razonables de inmigración y ayuda al tercer mundo", palien lo que "no es un drama nuevo".

"A corto plazo, aplicaremos nuestras leyes con toda la humanidad posible y patrocinaremos que otros países dispensen un trato mínimamente humanitario" hacia los subsaharianos, expulsados de Ceuta y Melilla, "porque en España sólo pueden entrar los que están legales", precisó Alonso al acabar su intervención en el foro Tribuna Barcelona, que organiza El Periódico de Catalunya. Durante la conferencia, el ministro dejó en manos del buen oficio de su colega de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que Marruecos mejore el trato a los subsaharianos y atribuyó a la acción de las mafias y a la hambruna el hecho de que en las últimas semanas haya explotado en Ceuta y Melilla "un drama que es de hace años" y que "ganará en virulencia".

Alonso cifró en "sólo un 10%" los inmigrantes traídos engañados por mafias hacia Ceuta y Melilla, y atribuyó el resto "al efecto arrastre" en el que incide su propia percepción de que España "está obligada a tratarlos humanitariamente".

Alonso también puso sobre la mesa algunas concreciones de su tarea como ministro. Así, destacó las "200 detenciones" de presuntos etarras que "han colocado a ETA en situación de debilidad, sin que ello signifique que haya perdido capacidad de respuesta". Tras reiterar la "exigencia democrática a la banda para que abandone las armas", Alonso se mostró "poco dado a hipótesis" sobre el fin de ETA y resumió así la labor antiterrorista del Gobierno: "A Dios rogando y con el mazo dando".