Un sector minoritario de ETA, que fuentes nacionalistas cuantifican en torno a un 25% de la organización, se resiste a anunciar una tregua sin haber conseguido antes alguna contrapartida del Gobierno, según revela la revista Tiempo en su número de esta semana. El resto de la banda es partidario de declarar ya un alto el fuego sin condiciones para que el proceso de paz eche definitivamente a andar. Ésa es la condición que exige José Luis Rodríguez Zapatero para abrir el diálogo y el lendakari para constituir una Mesa de partidos.

Los irreductibles defienden que la violencia es su única baza en el tablero de la negociación y que no pueden renunciar sin contrapartidas previas del Ejecutivo del PSOE. Su máximo representante es Garikoitz Aspiazu Rubina, Txeroki, jefe de los comandos de la banda y representante de los jóvenes que se incorporaron a la organización terrorista tras la ruptura de la tregua en el año 2000. Cuenta con el respaldo del grupo de presos con condenas más elevadas y una situación penitenciaria muy complicada de resolver.

En el otro lado se sitúa José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, Josu Ternera, exparlamentario de Batasuna --en paradero desconocido desde noviembre del 2002--, de quien dirigentes nacionalistas aseguran que está jugando un papel fundamental para que ETA deje las armas.

Mientras, Josu Jon Imaz, líder del PNV, considera en una entrevista a la revista Tiempo que se está ante una oportunidad para conseguir la paz en Euskadi, pero avisa de que "no hay ningún dato concluyente" que permita decir que ETA ya tiene decidido abandonar la violencia.