Serenidad y prudencia. Eso es lo que ayer pidió el Gobierno ante el rebrote de la violencia callejera en Euskadi durante el pasado fin de semana. Esta comedida reacción del secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, contrastó con la exigente demanda del responsable de organización del PSOE, José Blanco, para que los "intolerables" ataques a bienes públicos y privados no vuelvan a repetirse.

Los dirigentes socialistas intentaron evitar "especulaciones" sobre cómo influirá el repunte de la kale borroka en el proceso de paz. No obstante, el alcalde de San Sebastián, Odón Elorza (PSE), calificó de "auténtico contrasentido" que Batasuna "hilvane" un discurso en favor de las vías democráticas y no se atreva a desmarcarse de la violencia.

"PROCESO CONVULSO" Precisamente el portavoz de la fuerza ilegalizada, Pernando Barrena, eludió denunciar los ataques incendiarios y se limitó a constatar que forman parte de un "proceso convulso en el que lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no termina de morir".

En rueda de prensa en Madrid junto al parlamentario norirlandés del Sinn Fein Alex Maskey, Barrena advirtió de que el proceso de paz en el País Vasco está "en crisis" por culpa de la actitud del Gobierno que, a su juicio, utiliza "maniobras dilatorias" para no poner en marcha la llamada mesa de partidos. El portavoz de Batasuna insistió en que "lo que está en juego es el esquema del proceso" y emplazó al Ejecutivo y al PSOE a que "definan y clarifiquen su posición".

Por su parte, los trabajadores de la compañía de autobuses de San Sebastián confirmaron ayer su zozobra porque se consideran objetivo de los violentos. Varios encapuchados han quemado en los últimos días dos autobuses mientras que otro consiguió librarse.