Después de la tempestad, parece que llega la calma. José Luis Rodríguez Zapatero y el ministro de Interior francés, Nicolás Sarkozy, mantuvieron ayer una conversación telefónica en la que dieron por "superado" su enfrentamiento verbal de los últimos días por cuenta de la inmigración ilegal y reafirmaron su voluntad de cooperar para afrontar este fenómeno.

La conversación duró unos 30 minutos y se desarrolló en un clima de cordialidad, según un portavoz gubernamental. El jefe del Ejecutivo español y el aspirante a la presidencia de la República francesa aclararon sus posiciones en la materia y convinieron en dar una respuesta europea al problema. También constataron el "excelente" nivel de colaboración entre ambos países en la lucha antiterrorista.

Sarkozy se encontraba ayer en Madrid, tras asistir el día anterior a un encuentro de ministros de Exteriores e Interior de los países mediterráneos de la UE que analizó las problemas de la frontera sur de la Unión. El ministro francés llegó a esa cita con hora y media de retraso y se marchó de modo precipitado sin esperar la clausura del evento. Antes, convocó una rueda de prensa en la que transmitió su malestar por unas declaraciones de Zapatero, que el miércoles dijo que no aceptaba "lecciones" de Sarkozy sobre inmigración tras los disturbios de finales del 2005 en los suburbios de París.

DESAYUNO CON RAJOY "Yo no doy lecciones, y no me gusta que me las den", dijo el ministro a los periodistas, tras insinuar que el ataque de Zapatero tenía un cariz político. Sarkozy, soporte activo del PP español, omitió que fue él quien desató la polémica al criticar el proceso de regularización realizado en España en el año 2005.

El ministro francés compartió a primera hora desayuno de trabajo con el presidente del PP, Mariano Rajoy, en el que abordaron el fenómeno de la inmigración ilegal. Rajoy le entregó un documento con las propuestas que el PP presentará en breve al Parlamento. Sarkozy invitó al líder popular a asistir al lanzamiento de su candidatura.