Desde que la sociedad respirara aliviada con el anuncio de alto el fuego permanente de ETA después de casi tres años sin matar hasta que el martes Francia informara del robo de un arsenal han pasado siete meses en los que el optimismo inicial se ha ido desinflando. Los sucesivos pasos que ha dado la banda y sus seguidores han ido tensando la cuerda hasta el punto de poner en cuestión la viabilidad del proceso de paz.

El primer sobresalto tuvo lugar cuando simpatizantes aberzales incendiaron en Navarra la ferretería de un concejal de UPN. Aquella vez, Batasuna calificó los hechos como "muy graves", algo que no ha sucedido después, cuando el terrorismo callejero se ha intensificado. El siguiente escollo apareció cuando se supo que la banda seguía cobrando el impuesto revolucionario. Eso sí, con cartas disfrazadas de una recolecta de fondos para el proceso.

El diálogo

Aun así, una vez que el Ejecutivo verificó que el alto el fuego de ETA era "completo y real", el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció en junio el inicio del diálogo con la banda, "en ausencia de todo tipo de violencia". Pese a ello, el Gobierno ha reconocido que todavía no se ha producido ningún encuentro oficial, aunque fuentes de la Moncloa afirman que el Ejecutivo y ETA se mantienen en contacto.

En verano aparecieron los primeros síntomas de estancamiento. La continuidad de los procesos judiciales abiertos contra Batasuna hizo que sus dirigentes afirmaran que el proceso estaba "bloqueado". Una de las causas es que el partido se niega a legalizarse, pese a que Zapatero aseguró que la nueva marca electoral no se vería afectada por las causas judiciales. Los dirigentes de Batasuna exigen no ser encarcelados una vez que acepten la ley de partidos.

En agosto, la kale borroka se recrudeció y la huelga de hambre del etarra Iñaki de Juana Chaos fue aprovechada por los aberzales para echarse a la calle y exigir el acercamiento de presos. En este contexto, ETA emitió su quinto comunicado, el más duro. Afirmó que "la actitud mezquina" del PSOE había llevado al proceso a una situación de "gravedad", y amenazó con una respuesta de ETA "si continúan los ataques" contra Euskadi.

Un mes después, ETA dio un paso más. Tres encapuchados que decían hablar en nombre de la organización aparecieron armados en un acto y dijeron que seguirán "luchando hasta la independencia". El robo del arsenal en Francia, de confirmarse que ha sido consentido por la cúpula de ETA, supone otra vuelta de tuerca en una estrategia que pone en cuarentena la veracidad de la tregua.