Pidieron la paz y el fin del terrorismo. Nada más. O nada menos. Ciudadanos de todas las nacionalidades desearon ayer a gritos que Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio "descansen en paz" y que los partidos políticos "dejen la pelea para otros asuntos". Y dieron ejemplo, porque las pancartas que reprochaban la ausencia del PP y de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) eran contadas. Algunos asistentes habían confiado en que fuera Alberto Ruiz-Gallardón y decían que la actitud del PP se lo había impedido: "A cuatro meses de las elecciones ha demostrado que ya no es el alcalde de todos".

Con todo, la consigna pareció ser la de no dar bazas a los que habían etiquetado la marcha de partidista porque, al poco de empezar a andar, un hombre clamó un "¿dónde están? no se ven, los miembros del PP". Los que le rodeaban miraron con desaprobación. Ni siquiera le censuraron su actitud. Bastó con que se llevaran el índice a la boca para indicarle que se callara.

Las asociaciones de ecuatorianos llegaron entre aplausos, como los actores y los intelectuales. A Santiago Carrillo, le cantaron "que cumpla muchos más" a cinco días de su aniversario. A los miembros del Gobierno se les dio las gracias por estar aunque los asistentes hubieran preferido ver a Rodríguez Zapatero o a Teresa Fernández de la Vega.

Telemadrid, "de todos"

Más que a los dirigentes de los partidos, los carteles censuraron al presidente de la AVT --"Alcaraz, en nómina del PP"-- y a la Iglesia --"Los obispos, dónde están, que no luchan por la paz". Pero el objetivo preferido fue Telemadrid. Los madrileños recordaron a Esperanza Aguirre que la cadena autonómica "no es suya, sino de todos". Aunque el frío no era excesivo, Asunción destacaba por su abrigo de visón, que contrastaba con el atuendo de sus dos acompañantes. Teresa y María trabajan en su casa desde hace cuatro años. "Estoy aquí, como ellas, para pedir paz y arrimar el hombro en el fin del terrorismo. Y porque nadie se merece morir. Sea de donde sea. Pero hay que demostrarles a los ecuatorianos que para nosotros son iguales, y que nos duele como a ellos", explicaba mientras ellas asentían.

"Solo le pido a Dios que la muerte no me sea indiferente", decían los versos de León Gieco desde los altavoces. Fue la petición más coreada. Nadie confesó rendirse ante ETA.