Prueba superada. Madrid y Bilbao respondieron ayer multitudinariamente a un reto sin precedentes. La situación era inédita. Ni ETA había roto antes un alto el fuego sin avisar, ni lo había hecho asesinando a dos inmigrantes, ni las muestras de repulsa habían estado precedidas de un sainete político como el de esta semana, ni los ciudadanos habían tenido que mirarse el carnet antes de decidir si salían a la calle contra ETA. A pesar del boicot del PP y de la ausencia de sus asociaciones afines, cientos de miles de personas inundaron las calles contra el terrorismo.

Ni en Bilbao ni en Madrid hubo unidad política. La guerra de los lemas ocupó a los partidos durante toda la semana y culminó el viernes con la exigencia del PP para que se desconvocaran las protestas y con el anuncio de Batasuna de que no secundaría la de Bilbao porque pedía a ETA que abandonara la violencia. Pero el efecto desmovilizador de la bronca política no fue tanto como para impedir el éxito de ambas convocatorias. En Bilbao se vivió una de las marchas más concurridas de los últimos años. Madrid se volcó con las víctimas inmigrantes.

SIN INCIDENTES Sin los conservadores ni los aberzales, las marchas discurrieron sin incidentes. Los de la kale borroka respetaron una tregua de dos horas durante la manifestación de Bilbao, tras una noche plagada de incidentes. Tampoco hubo que lamentar problemas de orden público en la convocatoria de Madrid, en la que no hubo participantes de derechas o, si los había, no alardearon de su ideología. La única tensión la vivieron los informadores de Telemadrid, a los que algunos reprocharon la "manipulación" de la cadena a favor de las tesis del PP, que gobierna la Comunidad.

Y es que el partido de Mariano Rajoy, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y hasta el Foro Ermua mantuvieron viva la batalla sobre las auténticas intenciones de los manifestantes, que a su juicio escondían un respaldo a la negociación con ETA. Por parte del PP habló Javier Arenas desde Málaga, para decir que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero "no lava sus culpas y sus errores organizando manifestaciones contra el PP".

Francisco José Alcaraz, presidente de la AVT, consideró que la de la capital era una manifestación "hipócrita" y quienes la convocaron, "palmeros del Gobierno". Y reiteró que su asociación no acudía porque "no puede estar al lado de personas que abogan por la rendición".

Los compatriotas de los dos ecuatorianos muertos en el atentado en la T-4 de Barajas, Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate, fueron los protagonistas. Encabezaron las protestas y, en Madrid, compartieron la lectura del manifiesto final.

En ambas convocatorias hubo un llamamiento a las fuerzas políticas para que resuelvan sus diferencias y se enfrenten unidos al reto de acabar con el terrorismo. Ibarretxe tradujo el malestar ciudadano con los políticos al asumir que la gente había dado "una lección" a sus representantes. El manifiesto de Madrid también abogó por el final de la división. Bilbao y Madrid compartieron una apuesta por la "palabra" como el camino para erradicar la violencia.

SIN AGUIRRE Y ZAPATERO Los manifestantes de Madrid reprocharon su ausencia a la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, y al alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, ambos del PP y habituales en las marchas de la AVT. Pero también dejaron patente que no les pareció suficiente la representación que envió el Gobierno. Los ministros Jesús Caldera y Carmen Calvo no suplieron la criticada ausencia de Zapatero o de la vicepresidenta Fernández de la Vega.