En su empeño de reconstruir la unidad antiterrorista una vez extinguida la tregua etarra, José Luis Rodríguez Zapatero recibió ayer, en la Moncloa y por sorpresa, a Juan José Ibarretxe. Fieles a la consigna de "discreción" que se han impuesto, el presidente y el lendakari acordaron mantener en secreto el encuentro hasta que este finalizase. La conclusión, según fuentes oficiales, fue la incorporación de Ibarretxe al nuevo pacto anti-

ETA que promueve Zapatero, siempre abierto a que el PP se sume cuando lo crea oportuno.

El pasado 11 de enero, durante la conferencia de presidentes celebrada en el Senado, Zapatero e Ibarretxe tuvieron una breve conversación en la que acordaron reunirse en unos días para abordar la situación creada por el atentado de ETA en Barajas, que causó dos muertes. Y pactaron celebrarlo lejos de los focos.

Sin cámaras de televisión ni fotógrafos, por tanto, el lendakari llegó ayer a las cinco de la tarde a la Moncloa, donde permaneció durante más de dos horas. A la salida, la versión oficial del Gobierno central no pudo ser más escueta: se limitó a reseñar el "clima de plena cooperación" entre ambos políticos.

Otras fuentes gubernamentales dijeron, no obstante, que Ibarretxe dio a Zapatero pleno apoyo del Gobierno vasco a su propósito de refundar la unidad antiterrorista a partir de 3 grandes principios: cumplimiento de la ley, exclusión de la negociación con ETA hasta que renuncie a la violencia y ausencia de contrapartidas políticas a cambio de la paz. Ambos acordaron también encarar el nuevo pacto antiterrorista sin condiciones previas que lo hagan inviable, y con la disposición a incorporar cuanto antes al PP. Hipótesis que, dada la actitud de Rajoy, no parece plausible a corto plazo.

NINGUNA EXIGENCIA El lendakari, por tanto, no planteó ninguna exigencia para sumarse al acuerdo, pero sí puso sobre la mesa sus postulados, por lo demás sobradamente conocidos. Ibarretxe pidió a Zapatero que mantenga abierta una vía de comunicación discreta con ETA para que se impongan los partidarios de deponer las armas, pues, según la expresión difundida por un portavoz del Gobierno vasco, "sin diálogo no hay esperanza". También animó al presidente a flexibilizar el trato a los presos etarras y abogó por derogar la ley de partidos.

El presidente, aunque no cierra la puerta al diálogo, le respondió que aún no se dan las condiciones para retomar los contactos. También le recordó que es la izquierda aberzale la que debe rechazar la violencia para regresar a la legalidad.