En una fecha aún por decidir del 2009, José Luis Rodríguez Zapatero pisará Cuba, rompiendo así con 10 años en los que ningún presidente español visitaba esta isla del Caribe. La última vez fue en 1999, en un clima de recelo entre ambos países que nada tiene que ver con el actual. José María Aznar viajó entonces a La Habana para participar en la Cumbre Iberoamericana. La del próximo curso, en cambio, será una visita bilateral, tras aceptar Zapatero la invitación del presidente de Cuba, Raúl Castro, y, si nada se tuerce, se producirá en un ambiente cordial, con un Gobierno socialista que intenta tender puentes entre la UE y el régimen, como quedó ayer reflejado en el encuentro entre el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y su homólogo cubano, Felipe Pérez Roque. El viaje será un gesto de legitimación de la transición cubana.

España, tradicionalmente, ha sido el motor de las políticas europeas con Cuba. Si Aznar impulsó en el 2003 las sanciones de la UE a la isla, Zapatero logró el pasado junio que se anulasen. La visita de Pérez Roque, quien también mantuvo ayer un encuentro con el rey Juan Carlos, no es ajena a este levantamiento de las sanciones diplomáticas.

CRÍTICAS DESDE DENTRO Sin embargo, altos cargos del Gobierno español sostienen que el régimen cubano tiene todavía un largo camino por recorrer si quiere que fructifique el diálogo con Europa. El secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, opinó ayer que los progresos en Cuba desde que Raúl Castro asumió el poder son "claramente insuficientes". Pero Moratinos desautorizó a su secretario de Estado: "Las evaluaciones políticas las hace el ministro de Exteriores --le regañó--. La manera de avanzar pasa por el diálogo, la confianza y el compromiso". Justo después, Pérez Roque cargó contra las medidas económicas de Zapatero. "No nos gusta un sistema donde se corre para salvar a los banqueros, pero no se corre para salvar a los hambrientos y pobres", señaló.