Olo dejáis u os obligaremos a dejarlo. Ese es el nítido mensaje que Alfredo Pérez Rubalcaba trasladó ayer a ETA para dejar claro que no habrá un nuevo proceso de negociación o, al menos, no lo habrá en los parámetros conocidos hasta ahora. Esto es, el Gobierno socialista no abrirá un diálogo para que la banda declare una tregua y la rompa cuando quiera; a partir de hora, solo si ETA anuncia su final, el Estado abordará cómo cerrar el tenebroso capítulo.

Es una de las decisiones estratégicas de Zapatero tras el fracasado proceso de paz. ETA ya no tiene margen para buscar una negociación al uso como, con ligeras variaciones, lo ha venido intentado el Estado desde el primer Gobierno de Adolfo Suárez.

Las aproximaciones, las tomas de temperatura para buscar una vía de diálogo que permitiera avanzar hacia un acuerdo político ya han terminado y el ministro del Interior puso las cartas sobre la mesa al sentenciar que "el proceso de diálogo es el pasado y el pasado nunca vuelve".

DISCUSIÓN INTERNA Rubalcaba aseguró estar al tanto del debate que se libra en el seno de la organización terrorista sobre la continuidad de la lucha armada. Mientras el sector más ortodoxo, que coincide con la generación de activistas jóvenes, defiende la continuidad de la estrategia de presión a base de atentados, los más críticos asumen ya que la derrota militar puede conllevar definitivamente la derrota del proyecto político, y buscan una salida que lo salve.

También entre los herederos de Batasuna ha cobrado fuerza la necesidad de encontrar una vía que les permita recobrar el protagonismo perdido. La vuelta de Arnaldo Otegi al primer plano con insistentes mensajes a favor de retomar el diálogo se inscribe en una apuesta por las vías políticas. De hecho, la pasada semana, Otegi trató de inyectar optimismo entre sus seguidores al asegurar en Radio Euskadi que las "piezas" del pasado proceso están sobre la mesa y que ahora habría que ordenarlas. Rubalcaba opina lo contrario. Cree que ETA se encargó de dinamitar esas piezas y que ya no hay posibilidad de recomponerlas.

Medios del Gobierno en funciones de Ibarretxe descartan un inmediato divorcio entre los dos sectores con posturas enfrentadas en el mundo radical aberzale. Apuntan que lo que une, por el momento, a quienes defienden la continuidad de la lucha armada y a quienes no ven futuro alguno con ella, es la conciencia de su precaria situación. Por eso, Rubalcaba metió ayer presión en la olla.

Dirigentes del PNV han apuntado la posibilidad de un acercamiento entre el PSE y la izquierda aberzale a pesar, incluso, de que ETA ha decidido convertir al gobierno de Patxi López en "objetivo prioritario".

Los socialistas vascos niegan rotundos cualquier punto de conexión con Otegi y sus seguidores. Sin embargo, el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, ha confirmado su convicción de que la paz se puede abrir camino en el 2011. Aunque no ha dicho cómo, sus palabras han sugerido que podría llegarse a un "arreglo" que, a tenor de lo manifestado por Rubalcaba, deberá pasar antes por la renuncia expresa de ETA a las armas.