Una falsa alarma de bomba provocó ayer el temor durante casi dos horas en Calella de Mar (Barcelona) aunque, al final, todo quedó en nada. Las cuatro bombas, reales, del pasado 9 de agosto en Mallorca, reivindicadas por ETA, incrementaron el temor de las fuerzas de seguridad y de las autoridades ante el aviso de la colocación de una mochila cargada de explosivos.

El alcalde de Calella, Josep Maria Juhé, recibió una llamada de la Guardia Civil alertando sobre una amenaza de bomba en sus playas a las 15.30 horas, cuando se activó el operativo para desalojar los más de tres kilómetros de playas del municipio. El aviso, en vasco, lo recibió la organización de ayuda en carretera DYA de Vizcaya. La Subdelegación del Gobierno en Barcelona activó el protocolo ante un supuesto atentado terrorista, se desalojaron las playas y, durante una hora y media, la circulación de trenes por esta localidad estuvo cortada. El desalojo de la playa afectó a unas 20.000 personas, según el alcalde, "ya que es uno de los días del año con mayor afluencia de visitantes". La Guardia Civil alejó a las embarcaciones más allá de 50 metros de la costa.

El operativo también desalojó parte de las playas de Pineda y Sant Pol de Mar. Los cuerpos de seguridad rastrearon la zona y, a las 17 horas, se abrió de nuevo al público el acceso a las playas.