El clima de "impunidad" en el que se movían los grupos afines a ETA "ha terminado". Lo aseguró ayer el consejero vasco de Interior, Rodolfo Ares, que dio un paso más en la estrategia establecida para combatir a los violentos al solicitar a los ciudadanos que "no consuman" en los establecimientos que exhiben fotos de etarras y al pedir a los ayuntamientos que revisen los criterios de concesión de permisos para montar txosnas (casetas) a fin de vetar a quienes dan "soporte social" a ETA.

Ambas peticiones se orientan a consolidar la nueva política del Ejecutivo vasco para erradicar del espacio público cualquier símbolo de apoyo a ETA y, muy especialmente durante las fiestas locales.

El cierre de las fiestas de Bilbao permitió al consejero hacer un balance "muy positivo" de las actuaciones policiales tanto contra la iconografía etarra como a la hora de impedir manifestaciones. Como ejemplo apuntó que entre el 1 de julio y el 21 de agosto, la Ertzaintza ha realizado 160 atestados por enaltecimiento del terrorismo frente a los 14 habidos en los mismos días del 2008.

"Se acaba la época de la falsa normalidad", dijo Ares para desmarcarse de quienes propugnan hacer la vista gorda para evitar conflictos. Fue muy crítico con los nacionalistas que han cuestionado las decisiones del departamento y les acusó de "poner trabas en la batalla contra los intolerantes".

El portavoz del PNV, Joseba Egibar, acusó a Ares y al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, de haber decidido que "sea delito exhibir la foto de un etarra". El consejero confesó escasa sorpresa por las manifestaciones de quien es "amigo" de los radicales y aconsejó a Egibar que lea los autos de la Audiencia Nacional. No obstante, evitó cerrar las puertas a una posible colaboración con el PNV para desarrollar al máximo la política de mano dura con el entorno de ETA. "Por nosotros no va a quedar", dijo.

Ares se reunirá esta semana con el presidente de Eudel (Asociación de municipios vascos), el peneuvista Jokin Bildarratz, para calmar la relación.