Los teléfonos han enmudecido. Nadie se atreve a decir nada. Nadie se mueve. A día de hoy, el Gobierno no dispone ni de un solo dato operativo policial que le permita creer que ETA está preparando el nuevo comunicado que le exige con ansia la izquierda aberzale. Pero, aun así, la "percepción" en el equipo del vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, es que el nuevo texto de la banda será inminente, dará oxígeno a los aberzales, pero ni mucho menos será el que exige el Gobierno, en los términos de hasta aquí hemos llegado y esta aventura terminó para siempre. De este modo, tampoco será el último comunicado de ETA.

Poco o casi nada ha cambiado para el Gobierno en este tenso compás de espera desde que ETA anunciara de forma unilateral el pasado 5 de septiembre un sucedáneo de tregua al que pocos han dado credibilidad, a pesar de la ausencia de atentados. Una difícil espera en la que el Gobierno ha decidido no dar ni un paso que no sea el de sus fuerzas de seguridad deteniendo a presuntos terroristas y a la galaxia política más radical de la banda.

EXTRAÑA EUFORIA Porque entiende el Gobierno, y así lo ha reiterado en numerosas ocasiones Rubalcaba, que el "problema" lo tiene la izquierda aberzale y le corresponde a ella moverse y demostrar a la justicia que, como el resto de formaciones, cumple la ley para presentarse a unas elecciones.

Y en ese proceso, el Gobierno está decidido a no echar ni una mano, ni siquiera la punta de un dedo, a los aberzales. "Ya, no. Ya es demasido tarde". Con parecidas frases responsables del Gobierno han vuelto a trasladar a los dirigentes de la oposición la postura del Ejecutivo en estos últimas días en los que una extraña euforia sobre un hipotético inminente final de ETA ha estado a punto de romper el pacto antiterrorista y ha vuelto a hacer temblar el Gobierno de Euskadi. Un contexto de euforia del que han sido responsables los aberzales, con demostrada capacidad para marcar los tiempos.

NI UN ÁPICE A pesar de todo, el Gobierno no piensa ayudar a la izquierda aberzale, por mucho que en las últimas horas el presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, haya asegurado que Arnaldo Otegi es un hombre "que quiere la paz" y que "sería mejor que estuviera fuera de la cárcel y haciendo política". Rubalcaba tal vez piense lo mismo, pero ni puede decirlo ni está dispuesto a variar ni un milímetro su apuesta por una derrota policial de ETA y por una ruptura de los aberzales con la banda, pero que sea creíble y real. En la ronda de conversaciones, según ha podido saber este diario, el Gobierno ha recordado a los grupos que ya no va a volver a caer más veces "en la trampa" de una nueva negociación de ETA. "El tiempo de las negociaciones, como el de las treguas, pasó", dice un jefe antiterrorista.

Un final que tardará porque ETA se sigue resistiendo como gato panza arriba a que llegue ese momento. En las últimas semanas, los servicios de información del Cuerpo Nacional de la Policía (CNP), la Guardia Civil y el propio CNI no han encontrado ni un solo indicio operativo que les permita poder trasladar a Interior que ETA tiene un nuevo comunicado preparado. "Están en silencio. Como si se los hubiera tragado la tierra", explica un responsable policial.

La contundencia con la que Interior ha mantenido su ofensiva policial ha desorientado a la cúpula etarra, que asiste impotente a las presiones cada vez más intensas de la izquierda aberzale y de los interlocutores internacionales que le exigen una tregua "indefinida y verificable internacionalmente". Aunque tampoco está claro si Rubalcaba, a estas alturas, se daría por satisfecho con ese anuncio.