Los responsables de todos los grupos del Parlament pactaron una declaración institucional en la que rechazaron las "agresiones y coacciones sufridas por los representantes del pueblo catalán". "Nada ni nadie puede parar el trabajo de un Parlamento democrático como el nuestro", decía la nota.

El presidente, Artur Mas, utilizó un juego de palabras para reprochar a los manifestantes las formas de su protesta. "Entiendo que haya mucha gente que pueda estar indignada, pero eso no es lo mismo que actuar con indignidad", dijo.

Los altercados se siguieron desde el Congreso de los Diputados. Todos los grupos condenaron los ataques a los diputados. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo por boca de un portavoz que está "en contra de cualquier manifestación de violencia que impida el ejercicio de derechos, venga de donde venga". La repulsa también encontró eco en el presidente del Congreso, José Bono, quien justificó, en estas circunstancias, la utilización de la fuerza por parte de la policía.