No hay atajos". "No hay milagros". "No hay alternativa a los partidos y la democracia". Los líderes de las principales fuerzas políticas del país respondieron ayer a las decenas de miles de ciudadanos indignados que el pasado domingo salieron a la calle en toda España, y lo hicieron reformulando en clave civil ese dogma católico que asegura que no hay salvación fuera de la iglesia. PSOE, PP y CiU coincidieron en señalar, con grados diversos de convicción, que las demandas del llamado movimiento 15-M merecen ser escuchadas, pero también advirtieron, en inusual sincronía, de que los partidos son hoy el único instrumento válido para intentar dar respuesta a las reivindicaciones y tratar de paliar los funestos efectos de la crisis.

No obstante, las reacciones de los dirigentes políticos tras la jornada de protestas no tardaron en derivar, a pesar de esa coincidencia, en la habitual reyerta entre partidos. Después de que la ministra de Defensa, Carme Chacón, afirmara que algunas de las demandas de los indignados no son solo "razonables" sino también "posibles", el portavoz de CiU en el Congreso de los Diputados, Josep Antoni Duran Lleida, la desafió a llevar al Congreso ideas como la circunscripción electoral única o la nacionalización de la banca.

"ESTADO DE PÁNICO" "Estoy ansioso por oír a Chacón defendiendo estas propuestas", añadió jocosamente. Esas declaraciones hicieron saltar al cuadrilátero al portavoz adjunto de los socialistas en el Congreso, Daniel Fernández, quien acusó a Duran de "despreciar" a los manifestantes y de "entrar en estado de pánico ante cualquier propuesta que suponga un cambio".

Más allá de la esgrima verbal, las palabras de Fernández reflejan el interés de los socialistas por vincularse de algún modo a un movimiento que ven con preocupación comprensible. En la reunión de la ejecutiva federal del PSOE, el asunto fue ayer debatido de forma amplia y fueron numerosas las voces que solicitaron un gesto que propicie un acercamiento a los indignados. El secretario de organización del partido, Marcelino Iglesias, felicitó a los organizadores por el carácter pacífico de las marchas y señaló que el PSOE comparte "muchas" de sus propuestas para regenerar las instituciones.

El dirigente socialista apuntó, eso sí, que "no hay alternativa" a la democracia y a los partidos políticos. También la vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, declaró que "no hay que pasar por alto" las razones de los indignados, y el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, aprovechó una reunión de socialistas europeos celebrada en Barcelona para hacer un alegato en defensa de un mayor protagonismo de los gobiernos en la dirección del futuro financiero de los diferentes estados.

ANARQUÍA Menos comprensivo con los manifestantes se mostró Duran Lleida, para quien "la alternativa al capitalismo que algunos predican en la calle" es "la anarquía o el comunismo". Sorprendentemente, en declaraciones a TV-3, admitió sin ambages que el mundo financiero "tiene secuestrada" a la política, una afirmación que está en la base de buena parte de las protestas de estas semanas. El líder democristiano opinó, sin embargo, que ese "secuestro" de la voluntad popular no justifica "el asambleísmo" ni el "ir votando en las plazas". Su socio de Gobierno en la Generalitat catalana, el presidente Artur Mas, recordó que "no hay atajos, ni milagros, ni soluciones mágicas" para luchar contra el desempleo, informa Antoni Fuentes.

Entretanto, los dirigentes del PP siguieron poniéndose de perfil ante un movimiento cuyas razones de fondo prefieren no entrar a valorar. Esteban González Pons, erigido en portavoz principal del partido tras el triunfo electoral de María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha, señaló que su partido "entiende" la indignación por la crisis y que la respuesta debe fundamentarse en "la dignidad" que dan las urnas y los votos y el "cambio" que defiende el PP.

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