Tras las elecciones del 22-M, el lendakari y secretario general del PSE pidió un congreso extraordinario del PSOE. Se ha dicho que fue una jugada contra Zapatero. O para forzar la retirada de Carme Chacón del proceso de primarias. Puede ser, pero actuando así Patxi López también evitaba explicar su fuerte derrota en las municipales vascas.

El PNV ganó unos 18.000 votos (sobre 308.000 en el 2007) y el PP perdió 6.000 (sobre 153.000). Son resultados razonables. La sorpresa la dio Bildu, que recogió 276.000 votos cuando sus antecesores (Acción Nacionalista Vasca en algunas localidades y EA) habían logrado solo 143.000 en el 2007. Es un salto que solo se explica porque los batasunos llevaban tiempo sin poder votar a los suyos y porque querían expresar su apoyo a la renuncia a la violencia. Alguien lo subraya diciendo que "les bajaron a votar hasta las cabras".

Pero el otro resultado espectacular es el desplome del PSE, que se quedó en 177.000 votos, una perdida de 64.500 respecto a los 241.500 de las municipales del 2007. Mayor todavía respecto a las autonómicas del 2009 (315.000 votos) que auparon a López a la Lendakaritza.

La derrota del PSE, que pierde el 26% de los votos de las municipales del 2007, es peor que la del PSOE, que solo pierde el 19%. ¿Por qué se derrumba más el PSE cuando la crisis en Euskadi acarrea un paro inferior al 9% frente al 20% de media en España?

La respuesta es que en Euskadi, junto a la crisis, los electores socialistas han sancionado también al PSE por el pacto con el PP del 2009 para gobernar Euskadi. López no ha convencido porque muchos de sus electores del 2007 (municipales) y el 2009 (autonómicas) rechazan la alianza con el PP, el partido que más descalifica al Gobierno del PSOE de Madrid y que atacó con ferocidad el proceso de paz del 2006, que en Euskadi se juzga positivo. Ahí radica el divorcio con la izquierda aberzale que ha sumido a ETA en una seria crisis que, quizá, sea terminal. Y la posición del PSE se agrava, porque el PNV ha decidido devolverle la jugada del 2009 cuando, con la ayuda de los diputados del PP, le arrebató la Lendakaritza pese a ser la lista más votada. Ahora el PNV solo apoya a sus candidatos. Puede perder así, a favor de Bildu, importantes centros de poder como la Diputación Foral de Guipúzcoa, pero el PSE pierde su fuerza local y se queda sin la mítica alcaldía de San Sebastián (Odón Elorza). Y por el momento, el PNV combina el castigo al PSE con el salvamento de Zapatero en Madrid. Toda una exhibición de poder. Pretende subrayar así que la apuesta de López (y Zapatero) del 2009 de echar al PNV de Ajuria Enea fue un pecado de avaricia. Quien todo lo quiere, todo lo puede perder.