Decenas de familiares y amigos de las 12 personas que fallecieron arrolladas por un tren en Castelldefels hace un año, cuando se dirigían a la playa a celebrar la verbena de Sant Joan, han participado en un homenaje organizado con motivo del primer aniversario de la tragedia. A las puertas de la estación, los familiares han colocado numerosos ramos de flores y una corona, así como fotografías de las víctimas mortales y velas encendidas en recuerdo a los siete jóvenes ecuatorianos, dos colombianos, dos bolivianos y un rumano que perdieron la vida la noche del 23 de junio del 2010. Los actos han comenzado con una misa en la iglesia de Santa María de Castelldefels en memoria de las 12 víctimas mortales, a la que ha asistido el alcalde de Castelldefels, Manuel Reyes, y el cónsul general de Ecuador, Freddy Arellano, país del que eran originarios la mayor parte de los fallecidos. El cónsul ha pedido que "se investiguen los hechos, que no se dé toda la culpa a los jóvenes" y ha asegurado que "con nuestra presencia aquí -ha dicho- pretendemos dar apoyo a las familias de las víctimas y a las personas que resultaron heridas aquel día". Las 12 víctimas acababan de apearse de un tren de Cercanías en la estación de Castelldefels-Platja y estaban cruzando las vías férreas para participar en una verbena en la playa cuando un tren de largo recorrido los arrolló. Respecto de la evolución del proceso judicial, Arellano se ha remitido a la decisión de la Audiencia de Barcelona de reabrir el caso. Aunque inicialmente el juez archivó el caso al considerar que se había tratado de una imprudencia, el pasado mes de enero la Audiencia de Barcelona ordenó su reapertura para dar la oportunidad a todas las partes de solicitar las diligencias que crean oportunas. "No se pueden adelantar acontecimientos. Las personas que quisieron cerrar el caso rápidamente se han equivocado, según la decisión de la Audiencia", ha dicho el cónsul de Ecuador. Arellano ha asegurado que durante el proceso judicial no se dio la "oportunidad a las familias y a sus abogados de aportar las suficientes pruebas y testimonios". El cónsul de Ecuador se ha mostrado satisfecho de la decisión de incrementar este año la seguridad en esa estación durante la verbena de esta noche, en que un inédito dispositivo de vigilancia custodiará la zona. "A las familias les han prometido este incremento de seguridad y estamos muy contentos porque creemos que si la noche del accidente hubiese habido suficientes controladores nada de esto habría pasado", ha dicho Arellano. De la misma opinión es Agustina, una de las personas heridas en el accidente, que a lo largo de este año se ha ido recuperando de la lesión que se hizo en la pierna. Ha sido la primera vez que ha vuelto a la estación y ha vivido momentos de gran tensión. Agustina ha asegurado que la noche de la tragedia "la estación no estaba iluminada, no tenía señalización, y nos vimos atrapados en el andén sin poder caminar ni adelante ni atrás". La aglomeración de gente provocó que ella y sus dos hijas cayesen a la vía, provocándose una lesión en la pierna. "Un joven nos ayudó a salir del andén", ha explicado. Esta superviviente asegura que durante este año su vida ha sido "un infierno" y mantiene que "mis dos hijas tienen miedo, no pueden dormir por la noche. Yo les pido que vayan al médico, pero se niegan porque si cogiesen la baja y no pudieran trabajar en casa nos quedaríamos sin comer", ha dicho. La madre de Diego Gutiérrez, una de las víctimas mortales, que tenía 18 años en el momento del accidente, ha asegurado que han pasado este año "con mucho dolor". "Hoy estamos destrozados porque estamos reviviendo todo lo que pasó el año pasado. La suerte es que estamos todas las familias juntas para darnos fuerzas los unos a los otros", ha dicho.