El atentado de ayer en Afganistán, en el que un sargento y una soldado españoles murieron al estallar una bomba al paso de su convoy, no va a variar el calendario de retirada de España anunciado el viernes por José Luis Rodríguez Zapatero. Pese a que la cada vez más sangrienta actividad de los talibanes e insurgentes evidencia las dificultades que afronta el país en el inicio de la salida de las tropas extranjeras, el Gobierno no moverá este año a ninguno de los 1.500 militares que tiene en Qala-i-Naw, Herat y Kabul. La retirada, que será progresiva, comenzará en el 2012 y concluirá en el 2014.

Como ya dijo la semana pasada la ministra de Defensa, Carme Chacón, buena parte de los 500 soldados que hay en Herat se trasladarán a Badghis cuando los afganos asuman el control de esa provincia, a finales de este año. Pero ninguno avanzará su regreso a casa. La ministra lo dejó claro antes de volar a Afganistán para conocer de primera mano los detalles del atentado: "Nuestros militares cumplirán con lo que les queda de misión con el mismo valor, entrega y profesionalidad que han demostrado en estos nueve años".

SEGUNDO INTENTO El atentado de ayer fue calcado al del sábado de la semana pasada, en el que dos militares perdieron una pierna y otros tres sufrieron heridas de diferente consideración.

Los militares patrullaban a menos de 20 kilómetros de la base de Qala-i-Naw, hacia la que iban, integrados en un convoy de siete vehículos. El explosivo estalló al paso del primero. Si la bomba de la semana pasada tenía 20 kilos de explosivos y casi destrozó el Lince --uno de los vehículos blindados más modernos que operan en Afganistán--, las primeras investigaciones se-

ñalan que, en esta ocasión, la carga era muy superior.

La explosión afectó al lateral derecho del blindado. De hecho, los fallecidos, el sargento Manuel Argudín, de Gijón, y la soldado Niyireth Pineda, natural de Colombia, iban sentados en esa parte. Él, en el asiento del copiloto y haciendo labores de responsable de la caravana, y ella, justo detrás del sargento. Pertenecientes al Regimiento de Infantería Soria número 9, con sede en Fuerteventura, llegaron a Afganistán en marzo, e iban a regresar a sus casas en agosto.

Como recordó hace poco Chacón, en Badghis no hay ni un metro de carretera asfaltada y cualquier tramo es bueno para los talibanes para esconder una bomba. Y a pesar del esfuerzo del Ministerio de Defensa de dotar a los militares de los mejores blindados que hay actualmente --los Lince y los RG-31-- "la seguridad total no existe", como recordaba recientemente un general.

GASTO MILLONARIO Afganistán se ha convertido en una ratonera, porque la misión carece de sentido si no se sale de la base a patrullar, y cada vez es más evidente el riesgo que supone moverse por las carreteras. Chacón insistió ayer en que esta misión es la más "dura, arriesgada y compleja" de las últimas décadas. Consciente de que no son pocos los ciudadanos que se plantean qué hace España en una guerra que le cuesta un millón al día y que ya se ha cobrado 96 víctimas, recordó que el objetivo es "evitar que Afganistán se vuelva a convertir en refugio de terroristas", en definitiva, "luchar por la paz".