El presidente de la Asociación de Historia Contemporánea, Carlos Forcadell, ha reclamado una revisión del Diccionario Biográfico Español elaborado por la Real Academia de la Historia porque resucita un viejo historicismo. Forcadell asegura en un comunicado que la Real Academia de la Historia ha "resucitado" un "viejo historicismo", consistente en encargar los estudios biográficos a investigadores afines al personaje estudiado. "Este presupuesto -afirma- conduce lógicamente a que la biografía de Francisco Franco la escriba un franquista, o la de José María Escrivá un miembro de su Opus Dei, en ambos casos el académico Luis Suárez, quien siendo juez y parte, se piensa que estará en mejores condiciones que otros para comprender la significación histórica de sus biografiados". Añade que "este viejo paradigma historicista" va más allá de la biografía de Franco, "puesto que la biografía del anarquista Durruti se le encarga al libertario Abel Paz, la del golpista general Alfonso Armada a su yerno, o la de presidente catalán Josép Tarradellas a su secretario José María Bricall". El oficio de historiador, argumenta Forcadell, se ha construido a lo largo del último siglo precisamente contra el viejo historicismo, "que ahora resucita desde la cúpula honorable de la profesión, un presupuesto metodológico obsoleto que ha de suponer un lastre para el Diccionario Biográfico". Forcadell propone una revisión de esta obra, al menos en la parte relativa a lo siglos XX y XXI, porque, en su opinión, "no refleja el estado actual de nuestra disciplina". La revisión es "necesaria" porque el Diccionario Biográfico es "perjudicial" para el mantenimiento y continuidad de los avances historiográficos y de los "consensos ciudadanos" alcanzados desde el final de la dictadura franquista, destaca el historiador. Por este motivo, avanza Forcadell, la junta directiva de la asociación tiene el "propósito" de elaborar un análisis crítico del diccionario, "encargando a especialistas la valoración de diversos ámbitos temáticos y cronológicos, así como el de estudiar, desde los métodos y exigencias de la historiografía actual, a la propia institución de la Academia". "Nuestra asociación, como otras similares -añade el comunicado-, carece de financiación, pero practica ese hábito, generalizado entre disciplinas científicas, de encargar a evaluadores externos el control de calidad y la revisión de los textos". Para Forcadell, la Real Academia de Historia se ha ido convirtiendo en "una lejana alegoría escasamente representativa de la profesión de historiador, conservando y reproduciendo vetustas liturgias, comprensibles cuando son inocuas, pero menos tolerables cuando acaban repercutiendo negativamente en la lenta y dificultosa reconstrucción de un consenso historiográfico y público". Subraya, además, que aunque existe una historiografía revisionista o negacionista que ha llegado a cuestionar el Holocausto, en ningún caso había sido "planteada o alimentada" hasta ahora por la "cúspide simbólica" de la profesión. A su juicio, esta circunstancia debería ser aprovechada para "estimular y revaluar" el debate profesional y público entre historiadores sobre el pasado de la Guerra Civil y el franquismo".