El independentismo catalán ha alcanzado la mayoría simple, pero no la absoluta. Por primera vez, un sondeo encargado por la Generalitat ha preguntado directamente a los catalanes qué papeleta elegirían en un hipotético referendo de independencia. El resultado: el 42,9% votaría a la secesión; el 28,2% votaría no, y el 23,3% se abstendría.

En paralelo, el Centro de Estudios de Opinión (CEO) ha conservado su pregunta habitual sobre el modelo territorial preferido por la ciudadanía de la comunidad autónoma. El resultado, en este caso, es bien distinto: el 33% propone que Cataluña sea un Estado dentro de una España federal; el 31,8% permanece fiel a la comunidad autónoma, mientras que el Estado independiente es la tercera opción, con un 25,5% de adeptos. Conclusión: el independentismo se mantiene en su horquilla tradicional, pero, a la hora de votar, se beneficia de que la coyuntura económica empuja a muchos catalanes no independentistas a confiar en la ruptura como solución más eficaz.

Esta fuga de votos se constata en varios datos del barómetro. La razón mayoritaria que esgrimen los partidarios de la independencia para dar su es netamente económica. El 36,4% considera que es la única manera de que Cataluña gestione sus propios recursos.

Dicho de otro modo, el déficit fiscal justifica el hastío catalán respecto de España mucho más que las cuestiones identitarias. Los motivos sentimentales, como la incomprensión española o la concepción de Cataluña como nación, obtienen porcentajes por debajo del 15%. Las motivaciones económicas se refuerzan con otra pregunta nueva del estudio: el claro apoyo catalán al concierto económico. El 75% de encuestados están totalmente o bastante a favor de que la Generalitat recaude todos los impuestos de ciudadanos y empresas de Cataluña.