Dijo ayer Josep Antoni Duran Lleida, en una versión suscrita por muchos socialistas, que será Alfredo Pérez Rubalcaba y no José Luis Rodríguez Zapatero quien decida cuándo se celebran las elecciones generales. Si el vicepresidente y candidato del PSOE concluye que conviene llegar hasta marzo en lugar de adelantar las elecciones a noviembre, el jefe del Ejecutivo ya está preparando el terreno para contar con apoyos que le permitan culminar la legislatura. Después del debate sobre el estado de la nación, Zapatero busca un nuevo acercamiento al PNV y sobre todo a CiU, formación con la que anoche se comprometió al traspaso urgente de la gestión de becas, además de a aumentar su número y su cuantía.

Por un lado, según fuentes de la federación catalana, el Gobierno ha aceptado ahora convocar una cumbre bilateral entre el Ejecutivo y la Generalitat, cuando hace apenas seis días el propio Rubalcaba decía que las discusiones no estaban lo suficientemente "maduras" como para celebrar esa reunión. Por otro, tanto el PSOE como los nacionalistas vascos confiaban ayer, al cierre de esta edición, en llegar a un acuerdo sobre la mayor parte de las propuestas de resolución, todo un síntoma del buen momento por el que pasa la relación entre ambas fuerzas (como pudo verse en el intercambio del pasado martes entre Zapatero y el portavoz del PNV, Josu Erkoreka), que podría culminar en otro pacto de presupuestos.

ALLANAR EL CAMINO Los socialistas, pues, están echando el resto para allanarse el camino y decidir, sin excesivos condicionantes, la agenda electoral. "Creo que ahora mismo nadie sabe cuándo serán las elecciones --dijo Duran, portavoz parlamentario de CiU, ayer en una emisora de radio--. Faltan dos o tres temas determinantes para que Rubalcaba, que es quien fijará la fecha, tenga criterio". Duran Lleida citó el desenlace de la crisis griega y la salida de Bankia a bolsa, operación clave para calibrar la confianza de los mercados en el sistema financiero español. Y vio un discurso de despedida en la primera intervención de Zapatero en el debate, tesis que intentó desmontar ayer el propio jefe del Ejecutivo.

LA PALABRA AUSENTE "Mi discurso no era de despedida. Eso sí, había una despedida en el discurso, pero son cosas distintas", explicó ayer Zapatero en los pasillos del Congreso, tras debatir con los partidos minoritarios del Grupo Mixto en la segunda jornada de la cita parlamentaria.

Pese a que dejó claro que pretende agotar su mandato, la ausencia de una palabra durante su intervención inicial --marzo, mes en el que se supone que el presidente quiere que se celebren las elecciones generales-- alimentó las especulaciones sobre el verdadero deseo del jefe del Ejecutivo, en especial desde un PP al que le interesa que cunda esta tesis. "No dijo marzo porque todavía hay que llegar a acuerdos para aprobar los presupuestos --señalaron fuentes socialistas--. Aunque todo pinta bien con el PNV, pueden ocurrir muchas cosas".

Y pinta muy bien. Socialistas y nacionalistas vascos, así como Coalición Canaria, se afanaban ayer en resaltar su buena sintonía para pactar gran parte de sus propuestas de resolución sobre el debate del estado de la nación, que concluirá hoy con la votación de estas iniciativas en el Congreso de los Diputados.