La mezcla de un país en una gravísima tesitura económica, un principal partido de la oposición que quiere arrimar el hombro y un presidente del Congreso conciliador dio ayer como resultado un inicio de la legislatura que el PP y el PSOE encaran con ánimo de concordia. Casi todo en la constitución del Parlamento fue de guante blanco. Poco tuvo que ver el inicio de la nueva etapa con el final de la vieja, en la que los populares acusaban al Gobierno de "hundir" al país y los socialistas contratacaban diciendo que los conservadores ponían palos en la rueda para llegar al poder impulsados por la crisis.

El PSOE se abstuvo en la votación de Jesús Posada como presidente del Congreso (202 votos a favor y ninguno en contra). Los socialistas podrían haber hecho lo mismo que los populares en el 2008, cuando votaron en contra de José Bono, pero no. Según explicó ante su grupo el líder provisional de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, era lo "oportuno", porque su partido confía en que el presidente del Congreso lo sea de "todos los diputados".

Posada es un dirigente dialogante y socarrón, capaz de acercarse a saludar a los diputados de Amaiur mientras sus compañeros de filas han decidido no hacerlo. Y de comentar unas declaraciones de Bono, en las que defendió que la coalición aberzale tuviese grupo propio, de esta manera: "Eso lo dice porque ya no es presidente del Congreso".

Ayer dio muestras de esa actitud. Primero, en la investidura, dijo que España pasa por dificultades y que los ciudadanos esperan de sus representantes "esfuerzos generosos para afrontarlos". Después, ante la prensa, prometió ser "flexible" sobre el uso de las lenguas cooficiales en el hemiciclo. Y cuando le preguntaron por Amaiur, contestó: "Mi despacho está abierto a cualquier diputado". En el Senado, su homólogo, Pío García-Escudero, intervino de forma similar: "Porque España lo está pasando mal, entre todos podemos trabajar mejor para salir de la crisis".

BATERÍA DE INICIATIVAS Los socialistas no quieren ser acusados de lo mismo que ellos acusaron al PP, así que apoyarán al Gobierno en las iniciativas de Estado, pero también basarán su oposición en las "líneas rojas" --recortes sociales-- que Mariano Rajoy no debe cruzar. Pese a que hasta su congreso de febrero todo en la dirección de su grupo es provisional --fue nombrada la semana pasada, mientras que la del PP fue elegida ayer--, no significa que vayan a quedarse quietos. Ayer presentaron varias iniciativas: ley de muerte digna, de igualdad de trato y proposiciones no de ley para favorecer la dación en pago y la tasa a las transacciones financieras.

En principio, ninguna prosperará. El PSOE tiene 110 diputados, frente a los 183 del PP. Todos ellos juraron o prometieron la Constitución. Hubo más variedad. Desde Cayo Lara, de IU, que prometió por "imperativo legal" sin renunciar a sus "convicciones republicanas", hasta el republicano Alfred Bosch, que también recurrió al "imperativo legal" y añadió: "Hasta alcanzar nuestra propia Constitución".