El ministerio de Ciencia e Innovación dejará de ser un departamento independiente, según la composición del nuevo Gobierno anunciada hoy por su presidente, Mariano Rajoy. En esta ocasión, según lo dado a conocer hoy por el jefe del Ejecutivo, ninguno de los trece ministerios incluye en su nomenclatura el nombre ciencia o el de investigación o innovación.

Fuentes del Gobierno han señalado que el mapa de competencias de los departamentos ministeriales quedará definido en un decreto que, sobre la estructura del Gobierno, aprobará el Consejo de Ministros en su primera reunión del próximo viernes.

No es la primera vez que el Ministerio de Ciencia desaparece como departamento independiente y esta vez lo hace después de que Cristina Garmendia estuviera al frente del mismo desde 2008, en la pasada legislatura.

Así, el ministerio de Ciencia y Tecnología fue creado en el 2000, durante la segunda legislatura del entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, y fue dirigido por la empresaria catalana Anna Birulés hasta el 2002. Birulés fue sustituida por otro empresario catalán: Josép Piqué, quien ocupó la cartera de Ciencia y Tecnología durante algo más de un año, hasta el 2003.

El último ministro de Ciencia y Tecnología de la era Aznar fue Juan Costa, quien sustituyó a Piqué en septiembre de 2003, después de que éste fuera proclamado candidato del Partido Popular de Cataluña a la presidencia de la Generalitat.

Con la llegada del PSOE al poder, en 2004, José Luis Rodríguez Zapatero volvió a integrar los temas de ciencia en el ministerio de Educación, el departamento en el que esta materia ha pasado casi toda su vida en la historia de la democracia. María Jesús Sansegundo dirigió el ministerio de Educación y Ciencia durante dos años hasta que en 2006 fue reemplazada por Mercedes Cabrera.

No fue hasta la segunda legislatura socialista (2008), cuando la Ciencia recuperó su Ministerio propio y de la mano de Cristina Garmendia volvió a convertirse en un departamento independiente y bautizado, esta vez, como Ministerio de Ciencia e Innovación. Bajo el mando de Garmendia, el reto más importante de esta cartera ha sido el de aprobar la nueva Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, que sustituye a la de 1986. La citada reforma fue aprobada el pasado mayo en el Congreso con el apoyo de todos los grupos, menos IU, ICV y UPyD, una norma que precisamente el PP tendrá que terminar de desarrollar.

Entre los principales retos de la ley, la puesta en marcha de la nueva Agencia Estatal de Investigación, uno de los dos agentes financiadores del sistema de ciencia, investigación e innovación. El objetivo de esta agencia es el del fomento de la generación de conocimiento en todas las áreas del saber mediante el impulso de la investigación científica y técnica, a través de distintas acciones.

Además de esta agencia, el responsable de esta materia -que los científicos confían en que tenga rango de secretario de Estado-, deberán continuar con el desarrollo de la Estrategia Española de Ciencia y Tecnología, la Estrategia Española de Innovación y elaborar el estatuto del personal investigar en formación.

Otro de los mayores retos, también contemplado en el texto de la ley, es la reorganización de los organismos públicos de investigación, lo que supondrá la extinción de aquellos que en una parte sustancial de sus fines y objetivos coincida con los de otros organismos.

El Gobierno popular tendrá asimismo que mostrar su nivel de apoyo político y económico a proyectos científicos como el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT en sus siglas en inglés). También se sabrá si el PP da continuidad a iniciativas como el recién estrenado programa de excelencia Severo Ochoa para centros de investigación.

Todas estas iniciativas, el nuevo Ejecutivo las tendrá que desarrollar o seguir desplegando en un contexto de crisis económica y con la mirada de los investigadores puesta en los próximos presupuestos para la I+D+i, claves, dicen, del cambio de modelo.