El actual fiscal del Tribunal Constitucional, Eduardo Torres-Dulce, ha aceptado ser el nuevo fiscal general del Estado, según fuentes gubernamentales, cargo en el que sustituirá a Cándido Conde-Pumpido. El nuevo titular de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, propondrá su designación en el Consejo de Ministros de mañana.

Torres-Dulce nació en Madrid en 1959 e ingresó en la carrera fiscal en 1975. Fue jefe de la secretaría técnica de la fiscalía general en marzo del 2000 y acabó en su actual puesto después de que Conde-Pumpido no le apoyará para ocupar la plaza de fiscal jefe de lo penal del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional, a pesar de contar con el aval del consejo fiscal.

De formas exquisitas, goza de una gran prestigio en la carrera fiscal y es uno de los dirigentes más destacados de la conservadora asociación de fiscales. A pesar de ello, su estilo es sobrio y no se caracteriza por defender posiciones extremas. Además, destaca su enorme sentido institucional. También sobresale por su afición al cine. Torres-Dulce es un habitual colaborador del laureado director, José Luis Garci.

Fuentes jurídicas han revelado que el actual ministro y el próximo fiscal del Estado mantienen una buena relación. Torres-Dulce será el encargado de gestionar la política gubernamental en la lucha contra el crimen y su papel será clave para resolver la situación de los presos de ETA tras el cese de la violencia.

El nuevo fiscal general no tomará posesión de su cargo hasta que su nombramiento sea aprobado por la comisión de justicia del Congreso de los Diputados y cuente con el plácet del Consejo General del Poder Judicial. Su mandato terminará cuando cese el Gobierno que le nombró. Entre las tareas que le quedan pendientes está rematar la aprobación de la ley de Enjuiciamiento Criminal, que cede el peso de la investigación judicial a los fiscales y reserva a los jueces el papel de garantes de los detenidos.