El presidente de honor del PP, Manuel Fraga, fallecido el pasado domingo a los 89 años, descansa desde esta tarde en el pequeño cementerio de la localidad de Perbes, en el municipio coruñés de Miño, en donde también está enterrada su mujer, Carmen Estévez, a quien siempre mostró su deseo público de acompañar una vez falleciera.

El 15 de enero de 2006, fecha en la que Fraga cedió el testigo oficialmente a Alberto Núñez Feijóo al frente del PP de Galicia, el veterano político aseguró ante los periodistas que el día que falleciese le gustaría ser enterrado en Perbes al lado de su esposa, que había muerto en 1996, en lugar donde tenía su residencia de verano.

El destino ha querido que Fraga falleciese justo seis años después de pronunciar esta frase y que sea enterrado el día en que se cumplen 56 años del accidente aéreo de Palomares (Almería) por el que unos días después ocupase las portadas de los medios de todo el mundo con su famoso baño en el Mediterráneo para demostrar que sus aguas no estaban afectadas por radiactividad, pese a las bombas caídas desde los aviones.

Minutos antes de las cinco de la tarde, la real banda de gaitas de la Diputación de Ourense recibió el féretro con los restos mortales del político gallego en la puerta de la iglesia parroquial, donde lo esperaban numerosas autoridades, familiares, amigos, y admiradores que se desplazaron a Perbes para rendirle un último tributo.

Tras el funeral en la iglesia parroquial, que se quedó pequeña para acoger a los centenares de asistentes, acompañado por los acordes del himno de Galicia, el cortejo fúnebre apenas tuvo que recorrer unos 30 metros hasta el panteón de la familia Fraga-Estévez, en el que fue introducido el féretro.