Siguiendo una tradición no escrita, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, llega hoy a Rabat, la capital de Marruecos, en la que es su primera visita al exterior desde que accedió a la Moncloa. En su agenda está previsto que se entreviste con el jefe del Gobierno marroquí, el islamista Abdelilah Benkirán, y almuerce con el monarca Mohamed VI.

Este viaje se percibe, en buena parte de la sociedad marroquí, como un primer paso en el camino de la reconciliación entre un Gobierno conservador y Marruecos, después de los años de tempestad que acaecieron durante las legislaturas de José María Aznar y que calaron en la sociedad marroquí.

Protestas contra el PP

De hecho, tras la victoria electoral del PP, la prensa marroquí ha recogido con gran escepticismo el nuevo periodo que se abre entre los dos vecinos.

Una desconfianza que responde a acontecimientos como la ruptura del acuerdo de pesca, la crisis de Perejil o el apoyo del PP al campamento-protesta saharaui de El Aaiún (Sáhara), cuyo desmantelamiento policial desembocó en manifestaciones multitudinarias del pueblo marroquí contra los líderes del PP.

La expectación en torno a este viaje es muy alta y se ha abierto una puerta a la esperanza de que, de la misma forma que los marroquís conciben sus relaciones con España como algo vital, los españoles hagan lo propio. La idea generalizada entre los políticos marroquís es que a ambos países les unen más elementos, como la economía y la lucha contra el terrorismo yihadista y el narcotráfico, de los que les separan.