En Valencia la corrupción no solo viste trajes caros. Su hedor sale también de lo más profundo del sistema, desde las mismas cloacas. Y no es una metáfora. Por el mismo sitio al que llegaban toneladas de aguas fecales, salían cajas de cartón repletas de billetes en los maleteros de los coches. Es la historia de Emarsa.

Tras sus desconocidas siglas (Entidad Metropolitana de Aguas Residuales Sociedad Anónima) se esconde uno de los saqueos de dinero público más cuantiosos de la Comunitat Valenciana. Al menos 25 millones de euros, aunque la oposición ya habla de 40.

La fiscalía sostiene que con el dinero de Emarsa se han pagado todo tipo de caprichos: joyas, bolsos de Loewe, prendas de Armani, iPods, ordenadores, balnearios, alquileres de coches de lujo, operaciones de estética y hasta viajes de placer con la familia a hoteles de cinco estrellas en París y Nueva York. Y no solo con la familia. El gerente, Esteban Cuesta, alcalde pedáneo de Benimàmet nombrado por la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, reconoció al juez que se hospedó en hoteles alicantinos acompañado de supuestas traductoras rumanas a cuenta de la propia Emarsa.

El caso de esta depuradora, encargada de tratar las aguas residuales de Valencia y otros 17 municipios, es el relato del saqueo a una empresa pública hasta llevarla a la quiebra. Emarsa fue liquidada en 2010 con 16 millones de pérdidas.

Entre los 29 imputados y las 50 empresas investigadas, el principal protagonista es el presidente de Emarsa, Enrique Crespo, que también era vicepresidente de la Diputación de Valencia y alcalde de Manises, y que está acusado de supuestos delitos de malversación de caudales públicos y estafa continuada. A falta de su declaración ante el juez el 28 de marzo, la oposición no se cree que toda la trama escapase al control de los políticos que nombraron a los gestores "del despilfarro". Y sus dardos van dirigidos a Rita Barberá y Juan Cotino como exconsejero de Medio Ambiente.

Sin control

Además, la fiscalía considera que el gran agujero de la depuradora procede sobre todo de cobros sobredimensionados o facturas falsas por servicios imposibles. Por ejemplo, 12 empresas cobraban por transportar los mismos lodos, se compraran más de 150 teclados cuando en la empresa sólo existían cerca de 30 puestos informatizados o se llevaran a cabo reparaciones de instalaciones inexistentes o cursos de formación sin ningún control.

Asimismo, la ronda de declaraciones de los imputados ha destapado todo tipo de detalles por las rencillas personales. El jefe de informática, Sebastián García, asegura que durante estos años le exigían comisiones del 60% de lo que facturaba y que llegó a pagar 1,8 millones a Cuesta. Unos días más tarde, el exgerente de Emarsa se vengó al acusar a García de poseer cinco chalés, 16 coches de lujo y un yate de 200.000 euros en Mónaco.

Este escándalo ha obligado a Crespo a dimitir de todos sus cargos, ya que se enfrenta a una pena de hasta 20 años de prisión. Sin embargo, no todo han sido malas noticias para él en el último año. Al PP de Manises le cayó íntegramente el segundo premio de la Lotería de Navidad. En total, casi 100 millones de euros. Crespo, quizá ebrio de euforia, aseguró entonces que tenía "bastantes" décimos, aunque luego rectificó y declaró que solamente tenía un boleto.

El caso Emarsa ha tomado tal dimensión que ha acabado por "sonrojar" hasta al presidente de la Generalitat valenciana, Alberto Fabra. Sus compañeros de partido aseguran que desconocían lo que sucedía en la depuradora y califican a los imputados de "banda de bandoleros y facinerosos". "Es increíble que lo digan cuando ellos son los responsables políticos de sus nombramientos", critican desde la oposición.