El congreso de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) asumió ayer gran parte de lo que sus bases exigen desde hace tiempo, proclamar el independentismo del partido y exigir un Estado propio para Cataluña. Tras intensos debates, finalmente el texto es explícito: "El catalanismo soberanista del siglo XXI debe actuar con actitud de independencia y plantear la idea de: Cataluña igual a Nación más Estado".

Durante horas, dirección y enmendantes tejieron un pacto nada fácil. Por la mañana, Artur Mas pidió moderación. "Queremos que nuestra flota sean todas las embarcaciones de Cataluña", dijo. "Hay que construir las estructuras de Estado que necesitamos", afirmó uno de los referentes internos del soberanismo, Felip Puig, en su discurso de despedida tras media vida en altos cargos del partido.

El acuerdo final rompió un dique de contención forjado durante años de ambigüedad. La euforia llevó a Francesc Homs a pronosticar que pronto actuará como portavoz "del Gobierno de un Estado propio". Oriol Pujol añadió: "No nos da miedo, no hay alternativa". Y Mas apostó por "una Cataluña que rija su destino de forma propia