En Madrid y Sevilla, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Antonio Griñán exhibieron ayer la mejor de sus sonrisas. El día anterior, los socialistas dejaron de ser por vez primera en democracia la fuerza más votada en Andalucía, pero el resultado fue interpretado como un triunfo: el PP no ha logrado la mayoría absoluta y el PSOE podrá formar Gobierno gracias a un pacto con IU. El candidato andaluz lo celebró con una tarta. El líder socialista dijo: "Me siento bien esta mañana y se nota". Ahora queda forjar un acuerdo que, aunque todos dicen que será arduo, ambas fuerzas ven con buenos ojos.

Rubalcaba ha dado plena libertad a Griñán. Solo le ha pedido es que pise el acelerador, pues la dirección del PSOE cree que los ciudadanos no entenderían "los vodeviles en la negociación". La sintonía en este asunto con los socialistas andaluces es total. Ya han comenzado a mover sus hilos con IU, la gran triunfadora de estos comicios al pasar de 6 a 12 escaños. Ambos partidos coincidieron ayer en hablar de "estabilidad" en un momento complicado, pero aún no se ha concretado si se tratará de un pacto de Gobierno, más equilibrado a priori, o bien de apoyos concretos a un Ejecutivo andaluz formado solo por el PSOE.

¿Qué sería más recomendable? "Depende --dicen fuentes socialistas--. A veces es más difícil si no entran en el Gobierno, porque te condicionan cada día". Pero en IU son conscientes de que la nueva Junta tendrá que tomar decisiones duras y eso hace que aceptar consejerías sea menos apetecible. "Las políticas están por encima de los sillones", dijo ayer el candidato de IU, Diego Valderas, que habló de "responsabilidad" y de un nuevo tiempo "político" en el que se deben corregir las políticas anticrisis.

Los socialistas andaluces prevén una negociación a tres bandas: un representante del partido, otro del Parlamento y otro del Gobierno en funciones. Griñán y Valderas consideran que poco después de Semana Santa se debería haber alcanzado el pacto. La Cámara regional se constituye el 19 de abril.

EL DESGASTE Ayer también fue un día para sacar conclusiones. Rubalcaba, en su primera alegría como líder del PSOE, expuso varias. La primera es que el Gobierno de Mariano Rajoy debía tomar nota y reflexionar sobre la reforma laboral y los presupuestos, que se presentan este viernes. La segunda, que el PSOE, aunque esté en horas bajas, sigue siendo un "partido fuerte". La tercera, que su estilo de oposición, calificado como "útil" --lo que implica pactos en las medidas contra la crisis aunque se alejen del ideario socialista--, se ha visto refrendado. Y la cuarta residió en la tesis de que se ha abierto, ahora que el poder central reside en el PP, "un nuevo ciclo político". Gobernar en estos convulsos momentos, vino a decir, es desgastarse. Le ocurrió al PSOE y, ahora, al PP.