Desde incluso antes del congreso que llevó a Alfredo Pérez Rubalcaba a la secretaría general del PSOE, se veía venir que la principal diferencia interna en el partido se plantearía sobre el modo de hacer oposición a un Mariano Rajoy con amplísima mayoría absoluta. Todos los socialistas se identifican con afirmaciones del tipo de "no haremos como los del PP que, lejos de ayudar al Gobierno de Zapatero para salir de la crisis, buscaron su deterioro para sacarnos del poder". Pero esa unanimidad se rompe cuando hay que llevar a la práctica la "oposición útil" que prometió Rubalcaba al ser elegido.

En el PSOE conviven dos sensibilidades. La primera es la que ejemplifica su líder, quien propone acuerdos a los conservadores porque considera que la sociedad lo demanda y es lo que le conviene al país. La segunda es la de quienes sostienen que carece de sentido ofrecer pactos a aquel que no quiere pactar --el Partido Popular acoge con desdén cada oferta de Rubalcaba-- y que, en un momento como este, cuando deben reconquistar la izquierda, la mano tendida del jefe de la oposición les acaba alejando todavía más de su electorado.

Hay, incluso, una tercera posición. Pese a que la tendencia al acuerdo del líder del PSOE es criticada por el sector más zapaterista del partido, un dirigente muy cercano al expresidente del Gobierno señala que Rubalcaba se equivocó al no votar a favor de la ley de estabilidad presupuestaria, que proviene de la reforma constitucional de agosto, pero es mucho más restrictiva sobre el control del déficit. Ese apoyo a la norma, según explica el alto cargo, le habría dado credibilidad a la oferta de acuerdos de los socialistas y habría restado argumentos a un Partido Popular que suele llamar "Doctor No" al jefe de la oposición.

Fruto del consenso

Pero Rubalcaba insiste. El pasado domingo, por ejemplo, el dirigente propuso en Logroño a Rajoy una "posición común" ante la UE. Según su entorno más cercano, es muy importante que los ciudadanos perciban que son los socialistas los que intentan alcanzar pactos de Estado con el PP para buscar la manera de salir de la crisis. Ese respaldo, continúan las mismas fuentes, nunca será acrítico, sino el resultado de un consenso entre los dos partidos mayoritarios.

"¿De qué sirve ofrecer pactos si el PP acaba con el Estado social y nos ningunea cuando los ofrecemos? Así no se recobra la credibilidad. Puede entenderse que Rubalcaba lo intentara al principio. Pero no después de todo lo que ha pasado. Deberíamos hacer una oposición más frontal", señala un importante diputado, cuya tesis es compartida por parte del grupo socialista. Un dirigente próximo a Rubalcaba, sin embargo, replica esa teoría al afirmar: "Aún no ha llegado el momento de dar el portazo. Si todo sigue así, lo daremos. Pero no ahora".