Es delito el uso de dinero público para fines que no lo sean. Pero en la jefatura del tercer poder del Estado, el único reconocido como tal por la Constitución, no sé qué es público y privado. Cada señoría parlamentaria dispone de un teléfono y un portátil, y ni usan el teléfono solo para llamadas públicas ni es difícil verles navegando por páginas deportivas.

Se agarran con saña al Teletac, cuando Bertran diputado de Solidaritat Catalana per la Independència renunció a él, pues aunque sirve para las autopistas también hace gratis todas las estancias de sus señorías en párkings de Saba aquí y allá, en mitin o para paella playera. Y no sé si los famosos tuppers que Rajoy se llevó de la Moncloa en Pascua fueron pagados por el Gobierno, por el Congreso o por el partido, pero seguro que sí por cada uno de ustedes. Así que menos fariseísmo, porque acabaremos justificando aquella chorrada cósmica de que el president Mas viajase en turista.