Al entonces ministro del Interior, José Barrionuevo, el atentado de Hipercor de 1987 le conmocionó humana y políticamente. "Porque no habíamos sido capaces de evitar un atentado de ese calibre, una catástrofe como esa", y porque el comité federal del PSOE, que se reunió pocas horas después para analizar el resultado de las recientes elecciones municipales, no cambió el orden del día y se limitó a hacer una nota de condena. "Me sentí muy mal, me molestó mucho esa falta de sensibilidad. Por eso le escribí una carta a Felipe González, entonces presidente del Gobierno] diciéndole que me iba, que le daba tiempo para buscar un sustituto, que yo no lo haría público, pero que no lo podía aguantar", recuerda el exministro para este diario.

Barrionuevo se sintió solo. Reconfortado casi exclusivamente por las declaraciones que hizo el presidente de la Generalitat de Cataluña de la época, Jordi Pujol, quien, a su juicio, "fue el político que estuvo mejor, con diferencia". Sobre todo, porque Pujol zanjó la polémica que la propia ETA había suscitado tratando de justificar el atentado en el no desalojo del hipermercado. "Pujol dijo: 'Aquí no hay que hacer más distinciones que entre los que ponen bombas y los que las sufrimos'. Siempre he admirado y respetado mucho a Pujol, y aquel día fue quien estuvo a la altura".

El exministro relata que en los 19 días que habían pasado del mes de junio había habido 107 avisos de bomba en Barcelona. "Todos fueron falsos y, sin embargo, la Policía Nacional había desactivado dos bombas no avisadas". Según los etarras, ese día hicieron tres llamadas cerca de las tres de la tarde. "Una, al Avui, otra a la Guardia Urbana y otra a Hipercor, aunque la dirección del centro comercial lo negó siempre", sostiene Barrionuevo. De acuerdo con su explicación, la policía acudió al supermercado sobre las 15.30, que era la hora en la que los terroristas dijeron que iba a explotar "el paquete bombaO, porque ñellos no hablaron de coche bomba", precisa. Y tras inspeccionar ñy ver que no pasaba nada, los agentes pensaron que era una falsa alarma", afirma.

Cuenta Barrionuevo, como anécdota, que unos días después le llamó un directivo de El Corte Inglés y le dijo: "¿No le parece indeseable la polémica de si había que haber desalojado?". "Yo no puedo hacer nada --le respondí--, es la prensa, y él me contestó: 'Usted encárguese de que el gobernador y los jefes policiales no hagan declaraciones, que de la prensa nos ocupamos nosotros".

PETICIÓN RECHADA El jefe del Ejecutivo central no aceptó la petición de dimisión de Barrionuevo. "Me llamó Felipe para decirme que no podía ser, que le creaba un problema enorme, que solo se había ofrecido el siempre voluntarioso Javier Solana... y tuve que seguir una temporada más, así que he sido el ministro que más tiempo ha estado en esa casa".

Por el contrario, el presidente del Gobierno le envió a una delegación de la Ejecutiva del PSOE formada por pesos pesados del partido como Txiki Benegas, Francisco Marugán y José Luis Corcuera, que unos meses después le sustituiría en el Ministerio del Interior, para intentar convencerle de que continuara en el cargo. "Y de esa reunión salió algo muy importante, que asumió principalmente Benegas, y que fue el germen de los acuerdos de Ajuria Enea", narra con cierto orgullo Barrionuevo.