Carlos Dívar tiró ayer finalmente la toalla tras 44 días de padecer una "campaña desproporcionada" por haber cargado sus gastos en 20 viajes a Marbella (Málaga) al erario del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), según denunció ayer en su discurso de despedida en el pleno en el que dimitió porque era "lo mejor para la justicia y la sociedad". Se cierra así una crisis que ha llevado al poder judicial al escalón más bajo de su historia, pero ahora empieza otra guerra: buscar a su sustituto.

Dívar cumplió con su compromiso y en un monólogo de apenas unos minutos confirmó a los vocales de este organismo que se iba tras reconocer que su gestión de esta crisis ha causado un gran daño a la carrera judicial. También denunció haber sido víctima de una campaña "cruel y desproporcionada" y comentó que se iba "sin rencor".

Tras este anuncio, las vocales Almudena Lastra y Margarita Uria pidieron al vicepresidente Fernando de Rosa que despidiera al que ha sido su jefe en los últimos cuatro años. De Rosa le agradeció el trabajo que ha realizado en esta institución y el que ha llevado a cabo durante los 43 años que ha ejercido como juez.

Después, Dívar levantó la sesión y se despidió de algunos vocales, entre ellos su verdugo, el vocal José Manuel Gómez Benítez, al que dio la mano y con él que intercambió miradas, pero no palabras. Después, el ya presidente en funciones, Fernando Rosa, compareció ante los medios de comunicación para anunciar la marcha de Dívar.

Hasta aquí se cumplió el guión previsto. El ya expresidente del CGPJ, el primero que abandona su cargo en pleno mandato, no esperó a que terminaran las explicaciones de De Rosa y se marchó inmediatamente a su casa. Desde el pasado mes de diciembre está en situación de jubilado por haber cumplido los 70 años de edad y lo más probable es que así siga porque cualquier intento de volver a la carrera judicial está descartado.

La dimisión de Dívar provocó sentimientos enfrentados en el Tribunal Supremo. La sala de Gobierno se reunió, por primera vez, sin la presidencia de Dívar y puso en marcha los mecanismos para sucederle. Juan Antonio Xiol, el magistrado más antiguo del alto tribunal, será el encargo de ejercer como presidente del Supremo, pero este juez ya ha comunicado que no tiene intención de quemarse en este puesto porque aspira a ser elegido en una próxima renovación en el Tribunal Constitucional.

CIERRE DEL CGPJ Por su parte, otros jueces del tribunal expresaron su malestar por esta crisis y abiertamente se postularon por cerrar el CGPJ. La misma posición fue defendida por el exministro de Justicia Francisco Caamaño que abogó por suprimir este órgano por no ser "constitucionalmente imprescindible".

Ahora, empieza lo más difícil buscar un sustituto a Dívar y terminar con la bicefalia. Las fuentes consultadas apuntan que las negociaciones en el CGPJ no han comenzado todavía y que los vocales van a tomarse el fin de semana para poner encima de la mesa posibles candidatos. Lo ideal sería un magistrado del Tribunal Supremo que pueda ser apoyado por la derecha y la izquierda y que además sea respetado por sus compañeros, pero "este mirlo blanco", según fuentes del alto tribunal no existe.

Por ello, no se descarta que las alianzas en el CGPJ cambien y Margarita Robles y los dos vocales que le han acompañado en esta crisis, Félix Azón e Inmaculada Montalbán acepten al candidato que proponga el sector conservador si uno de ellos consigue la vicepresidencia y desbancar del puesto de portavoz a Gabriela Bravo que no mantiene buenas relaciones con ellos.

DE ROSA, PERJUDICADO Esta maniobra no sería aceptada, según estas fuentes, por De Rosa que resultaría el gran perjudicado de esta crisis si al final perdiera la presidencia en funciones y en el camino la vicepresidencia. Por este motivo, las espadas están en alto. Los vocales son conscientes de que "no pueden patinar" en esta elección, aunque reconocen que es muy difícil que un magistrado de prestigio asuma el mando del Tribunal Supremo y del CGPJ pa-