Los periodistas y técnicos que el PP estatal ha desplegado en la campaña y los redactores de la caravana de prensa que seguía a Alicia Sánchez-Camacho se han pasado dos semanas intentando organizar un partidillo de fútbol Cataluña-España, o Cataluña-resto de España, según se mire.

Pero ha sido imposible porque el desembarco de dirigentes conservadores ha sido continuo y las agendas se han modificado a menudo. Para el cierre de campaña, en el pabellón de Can Xarau de Cerdanyola del Vallès, el partido esperó hasta el último momento la llegada de Mariano Rajoy para dar la sorpresa. El Consejo Europeo se lo impidió. En todo caso, poco hubiera diferido del mensaje culmen que ofrecieron la candidata y la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal. Nada de cifras. Alguna advertencia sobre la salida de la UE, críticas a la gestión del Govern de CiU y otra referencia a la corrupción. Pero, sobre todo, sentimiento y "voto útil". Un flechazo al corazón de quienes se sienten catalanes y españoles.

"Esta ha sido una campaña para defender la unidad de España", dijo en Cerdanyola ante unas 1.000 personas. Después volvió a menospreciar la "indefinición" del PSC y atacó a Ciutadans porque "no tiene representación para frenar el separatismo fuera de Cataluña". Además, acusó a CiU de buscar enemigos "para tapar los posibles casos de corrupción de su partido", aunque fue Cospedal quien lanzó el mayor ataque en ese apartado: habló de "blanqueo" de dinero y alertó de que "los catalanes no quieren gobernantes a los que les parezca normal que se saquee el Palau para que vaya a no se sabe dónde".