El comisario Carlos Germán, que dirigió la investigación del chivatazo a ETA en 2006 supuestamente por parte de dos altos mandos policiales, ha afirmado que tiene la "convicción" de que la filtración fue por motivos políticos y por orden del entonces director general de la Policía, Víctor García Hidalgo, imputado hasta hace unos meses en la causa.

"No cabe en cabeza ajena que el origen de la filtración esté en la cabeza de un policía, eso es impensable. Eso ha sido porque se ha recibido una orden política. ¿De quién? Del director general de la Policía concretamente; esa es nuestra convicción y esas son nuestras conclusiones, no ha sido por iniciativa propia del jefe superior", ha asegurado durante su declaración de cuatro horas en el primer día del juicio del caso Faisán.

En el banquillo de la Audiencia Nacional se sientan como presuntos responsables del chivatazo el ex jefe superior de Policía del País Vasco Enrique Pamies y el exinspector de Álava José María Ballesteros por revelación de secretos y colaboración con ETA.

Según el fiscal, el soplo se produjo cuando el 4 de mayo Ballesteros entregó un móvil al miembro de ETA y dueño del bar Faisán de Irún, Joseba Elosua, al otro lado del cual estaba Pamies, quien supuestamente le alertó de la operación que se iba a producir ese día contra la entrega a un etarra de 54.000 euros en el bar procedentes del impuesto revolucionario, que finalmente se hizo en Francia.

"Mi conclusión es que tanto en España como en Francia nos engañaron vilmente, la única diferencia es que aquí se ha descubierto el engaño y quiénes fueron los supuestos autores de ese engaño y en Francia no lo sabemos", ha afirmado el comisario, que ha destacado la especial sensibilidad política del tema puesto que la policía tenía previsto detener en la operación a un miembro del PNV.

Germán ha tildado de "inverosímil" la versión dada por Pamies de que había encargado ese día a Ballesteros vigilar la zona ante una cita que tenía con un confidente.

A su juicio, este era un cometido "básico" que podía haber hecho otro agente y no un inspector especializado en terrorismo islamista como Ballesteros, que no conocía el lugar.

La Policía se dio cuenta del chivatazo minutos después de la llamada gracias a una conversación en el coche de Elosua, que estaba pinchado, en la que le contaba a su yerno la filtración camino de Francia para reunirse con el etarra.

Germán ha afirmado al tribunal que desde que, en la mañana del 5 de mayo, recibió la transcripción de esta última conversación en el coche tuvo "claro" que "la filtración era policial", ya que la información que se le dio a Elosua solo la podían conocer personas que sabían de la operación, y se ha mostrado convencido de que Pamies estaba enterado de los pormenores.

Ha narrado que se filtraron las llamadas de más de cuatro minutos (hicieron simulaciones para averiguar el tiempo que duró) de la zona del Faisán a la hora en que se produjo el chivatazo, 63 en total, y que la única entre dos policías era la de 8 minutos mantenida a las 11.23 horas entre Pamies y Ballesteros, a quien se ve salir del bar al minuto de que finalizara.

También ha relatado cómo la actividad del aparato de extorsión bajó ostensiblemente tras el 4 de mayo, cuando hubo lo que ha calificado de "apagón informativo".

La operación se llevó finalmente a cabo en junio, cuando la policía esperaba encontrar 108.000 euros procedentes de extorsiones, así como listas de empresarios chantajeados y cartas.

"No encontramos ni una simple pegatina", ha resumido para ilustrar el fracaso, y ha añadido que, "para más inri", en el domicilio de uno de los etarras se encontró "una botella con una fotografía del general Franco", cuando en el lenguaje cifrado de ETA una botella correspondía a un millón de pesetas del impuesto revolucionario.

En esa operación se detuvo a Elosua, que prestó declaración ante Germán hasta seis veces, aunque el dueño del Faisán negó que Ballesteros se tratara del hombre que le pasó el teléfono, aunque sí ofreció una descripción física que coincidía con Ballesteros.

El comisario ha afirmado que esto pudo ser porque tiene un bar en la frontera y "no quiere ponerse en contra de la policía", y ha añadido que le tomó declaración unas seis veces pero que cuando, posteriormente, fue un día a su bar, no le reconoció.