El vasto poder institucional y territorial del PP, los ministros, presidentes autonómicos, alcaldes, así como los cargos del partido desde la base hasta la cúspide, junto a centenares de militantes, se congregarán desde hoy y hasta el próximo domingo en Valladolid en una convención que el partido conservador diseñó para que fuera un revulsivo cara a las próximas elecciones europeas y, tras dos años de duros ajustes, sirviera para convencer a la ciudadanía de que, gracias al Gobierno de Mariano Rajoy, lo peor ha pasado y a la economía y a la sociedad española no le esperan más que buenas noticias. Sin embargo, los deseos de la dirección del PP amenazan con quedarse en papel mojado, pues toda la atención está puesta en cómo se intenta superar la fractura con el ala dura en un clima en el que, según reconoce buena parte del partido, parece no tener vuelta atrás.

La marcha de varios pesos pesados del sector más conservador del partido, como Alejo Vidal-Quadras, a la fuerza formada por José Antonio Ortega Lara, así como la renuncia de Jaime Mayor Oreja a encabezar las listas del PP al Parlamento Europeo y el plantón de José María Aznar, que comunicó hace solo tres días que no asistiría al cónclave de Valladolid, han provocado una convulsión en el partido que tiene pocos precedentes. La brecha hunde sus raíces en la supuesta tibieza con la que Rajoy se enfrenta a los desafíos soberanistas tanto en Catalunya como en Euskadi.

MENSAJE DE FIRMEZA / Ante este panorama, la dirección del PP confía en que Rajoy, que será el encargado de clausurar la convención, lance -además de sus previsibles alegatos sobre la recuperación económica- un mensaje de firmeza ante los conflictos catalán y vasco que sirva para calmar las aguas. En este sentido, sus números dos tanto en el Gobierno como en el partido, Soraya Saénz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, respectivamente, ejercieron ayer de avanzadilla. La vicepresidenta se desplazó hasta Bilbao para, con su presencia y sus palabras, exhibir el apoyo del Ejecutivo central a la presidenta de los populares vascos, Arantza Quiroga, muy cuestionada a cuenta de sus pactos con el PNV por los duros del partido y por un sector de las víctimas del terrorismo. Saénz de Santamaría resaltó que el Gobierno y, por ende Quiroga, «sigue defendiendo las mismas ideas y el mismo proyecto» que les costó «la vida a tantos compañeros».

Cospedal, en una entrevista en TVE, se expresó en términos parecidos, subrayando que la política del Ejecutivo frente a ETA es inflexible. Y, sobre el conflicto catalán, dejó caer la idea que el PP no necesita lecciones del tótem del sector más conservador del partido, José María Aznar, quien a través de la fundación que preside, la FAES, difundió el jueves un informe en el que dibuja una Catalunya independiente «desgarrada, empobrecida y aislada».

La secretaria general del PP señaló que «en esencia» la FAES y el Gobierno comparten el mismo diagnóstico sobre el proceso independentista catalán, si bien, admitió que el Ejecutivo no se puede «permitir» el lenguaje y el tono de dureza contra los soberanistas que destila el documento de la fundación de Aznar.

LA DISCREPANCIA / Cospedal y otros cargos del partido se afanaron, asimismo, en minimizar la «convulsión» que vive el partido, si bien la mano derecha de Rajoy en el PP concedió que la renuncia de Mayor Oreja a encabezar la lista a las elecciones europeas puede deberse a las «discrepancias» que este mantiene con el presidente debido a su respuesta frente a ETA y su entorno.

Para intentar retomar las riendas del partido y acallar la preocupación entre sus cargos tanto por la fractura del ala dura como por la ley del aborto, que el Gobierno puso encima de la mesa precisamente para contentar a sus militantes más conservadores, Rajoy quiere reunir el sábado en una comida a los barones autonómicos. La ley del aborto no forma parte de la agenda oficial de la convención, diseñada para vender las reformas del Gobierno y lanzar un mensaje en defensa de la unidad de España. Sin embargo, los cargos y militantes pueden romper esta estrategia y solicitar otros debates. Ahora falta por ver qué ponen encima de la mesa.