En el reciente viaje de Oriol Junqueras a Estados Unidos, el vicepresidente del Govern completó una doble agenda. Una pública, cara a los medios de comunicación y al cuerpo consular español, y otra más discreta. Esta segunda faceta del viaje de Junqueras tenía a su vez un doble cometido.

Por un lado, sondear el posible recibimiento de los mercados a la posibilidad de financiar al Ejecutivo catalán, sea en un horizonte autonómico, sea como estado independiente. En el complejo mundo financiero, estas operaciones entre un Gobierno y, por ejemplo, un ‘family office’ (una agrupación de muy pudientes inversores individuales) no se realiza directamente, sino que emplea a dos intermediarios. Uno que coloca la deuda en nombre del Govern y otro que la compra en nombre de los clientes y bajo su recomendación. Junqueras se entrevistó con agentes de estos segundos intermediarios, los que deben de recomendar la compra de la eventual deuda catalana a sus clientes.

Hubo, sin embargo, otra misión. Más de corte clásico, si se quiere. Igual que el hoy denostado Jordi Pujol, en los años 80, se iba por el mundo con la cartera de negociante y se volvía, según sus apologetas, ora con una fábrica japonesa de televisores, ora con una de componentes automovilísticos alemana, Junqueras buscó inversores para los sectores económicos catalanes. Por ejemplo, de tecnología o biomédica.

Una de esas reuniones se celebró en las oficinas del FC Barcelona, en Manhattan. Según ha podido saber este diario asistieron un mínimo de tres profesionales, cuyos nombres y empresas se negligirá para no afectar el normal discurrir de estas operaciones.

A, B y C

Estos tres profesionales, una mujer y dos hombres, son todos de nacionalidad norteamericana. Al que vamos a llamar A es el director general de una firma de inversión con 15 años de experiencia. Su especialidad son las empresas de tecnología de la información,aunque en su cartera actual hay también firmas militares y de salud. De hecho, antes de trabajar en su puesto de trabajo actual estuvo empleado en una firma de inversión centrada en asuntos de defensa, siempre tan rentables en los EEUU.

B, el segundo asistente a estas reuniones, cuenta con dos décadas como presidente, director general, miembro del consejo de administración, consejero y emprendedor. En la actualidad participa en varias empresas, todas del ámbito de la biotecnología. También se halla implicada en una de las primera empresas mundiales de investigación en el tratamiento de imagen con usos medicos de enfermedades degenerativas y el cáncer.

Finalmente, pero no por ello menos importante, hay que hablar de C, el tercer posible inversor. Este es cofundador y director general de una empresa de inversion y, además, supervisa los tratos de una ‘family office’, ese tipo de fondos que invierten fuerte en la deuda soberana. Su campo de trabajo son las empresas de telefonía y servicios añadidos, de software infrastructuras de red y de márqueting farmacéutico.