Desde su estratégico retiro belga, el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha decidido traspasar todas las líneas rojas que había trazado el independentismo durante los últimos años, sin importarle si ello incomoda a su propio partido, el PDECat, que esta vez no parece acompañarle en su flirteo con un catexit, una hipotética salida de Cataluña de la Unión Europea. En una entrevista a la televisión pública israelí, el candidato de Junts per Catalunya sugiere que los catalanes deberían votar en un referéndum si quieren seguir en la UE y descarga toda clase de descalificaciones sobre los Veintiocho, rompiendo así una larga tradición de discurso europeísta del nacionalismo catalán.

No hace tanto, el independentismo depositaba en la UE todas sus esperanzas para que actuase como catalizador del desenroque del Gobierno de Mariano Rajoy respecto a Cataluña. Pero nada de eso se ha producido, sino todo lo contrario. A la vista de que el respaldo comunitario al Ejecutivo central no ha encontrado fisura alguna, Puigdemont ha decidido proseguir con su ofensiva contra lo que considera un «club de países decadentes y obsolescentes, en el que mandan unos pocos, además de muy ligados a intereses económicos cada vez más discutibles». Y señala directamente como culpables a los presidentes de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y de la Eurocámara, Antonio Tajani.

A ese club, el candidato de JxCat le lanza un órdago: «No paran de decir que vamos a quedar fuera de la Unión Europea, pero quien debe tomar esa decisión son los ciudadanos de Cataluña. ¿Quieren pertenecer a esta UE? ¿Y en qué condiciones? Vamos a ver qué dice el pueblo de Cataluña. A lo mejor no hay mucha gente que quiera formar parte de esta UE [...] tan insensible al atropello de los derechos humanos, de los derechos democráticos de una parte del territorio solo porque una derecha posfranquista tenga interés en que sea así», sentencia el expresidente.

Pese a tan severo diagnóstico, Puigdemont se declara partidario de la UE y del euro, y asegura que va a «trabajar para cambiar» la Unión, pero insiste en que la decisión de continuar o no en ella «la debe tomar el pueblo de Cataluña, como deberían tomarla libremente los otros ciudadanos de Europa».

El nuevo giro argumental (y euroescéptico) de Puigdemont, avanzado ayer por La Vanguardia, ha suscitado duras críticas, también del suyo propio. El portavoz del PDECat en el Congreso, Carles Campuzano, dejó claro ayer mismo que el soberanismo catalán está «comprometido» con la UE y que la idea de un referéndum al estilo del brexit «no está en la agenda» de su formación. «La UE ha sido clave en la prosperidad económica y social de los países. No hay futuro sin Europa», zanjó.

ERC mantuvo un prudente silencio, aunque a la senadora republicana Ester Capella le dio tiempo de mostrar su «desacuerdo» con la propuesta del expresidente el sábado de madrugada en La Sexta, al poco de trascender la noticia. Los dardos más fuertes llegaron desde el PP y Ciudadanos, que consideran que el expresidente se ha alineado con los partidos populistas y euroescépticos de Europa. La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, de precampaña en Vallfogona de Balaguer (Lérida), deploraba que Puigdemont pretenda dejar a Cataluña sin el dinero que proporciona la UE para financiar políticas básicas, como las agrarias. «Hay unos que se fugan de Europa, pero luego nos quieren dejar sin las ayudas europeas», resumió. El candidato del PPC, Xavier García Albiol, se preguntó «qué dirigente se sentaría a negociar con Puigdemont sabiendo que nos quiere sacar de Europa».

La portavoz de la campaña del PSC, Eva Granados, tildó de «alocada y pésima» la idea porque proyecta una mala imagen de Cataluña en las instituciones comunitarias.