Pedro Sánchez y Pablo Iglesias dejaron atrás este verano aquella estéril relación plagada de recelos y parecen haber conseguido estrechar incluso vínculos personales en unos meses de inflexión trascendental (en lo íntimo y en lo político) para ambos. Desde una confianza recién estrenada, y según sus colaboradores sincera, los dos adversarios de la izquierda hacen equilibrios en el alambre de una legislatura de cuenta atrás donde necesitan a la vez ser distintos y abrazarse para sumar. Solo desde este nuevo tablero de juego se entiende la contradicción que PSOE y Unidos Podemos afrontan. Los morados, cuarta fuerza en las encuestas, no quieren encarar unas elecciones pronto. Necesitan alargar la legislatura de los socialistas a los que aspiraban a desbancar para recomponerse. El Gobierno, pendiente de que el termómetro electoral le indique el momento más propicio para la convocatoria de legislativas, cree que sus socios han asumido una condición de subalternidad. La Moncloa opina que han acabado por aceptar que el soñado sorpasso no va a producirse. Podemos, señalan fuentes del Ejecutivo, debe resignarse a ser una especie de IU ampliada. Y desde ahí, «influir al PSOE».

De momento, en los días más amargos de Sánchez como presidente, Iglesias ha decidido apoyarle en lo estratégico para no ponerle más plomo en las alas, y distanciarse solo en lo ideológico. ¿Significa esto que da por perdido el sorpasso? Esa decisión no está tomada. «Estamos cabalgando sobre el tigre: somos socios preferentes de nuestro principal adversario. No podemos dejar caer al Gobierno, pero necesitamos desmarcarnos y el debate es si renunciamos ya a ganar o no», resume un diputado.

Iglesias no ha hecho sangre con la tesis de Sánchez. Lo más lejos que ha dicho es que es «cutre» no citar a otros autores cuando usas sus textos, pero en una posición alejada de la de PP o Ciudadanos, que piden comparecencias en el Congreso e incluso, los de Albert Rivera, una comisión de investigación. Podemos pasa de «enseñar los dientes» a «cogobernar».

EL REY Y LOS TOROS / Fuentes del partido explican que la dirección ha llegado a la conclusión de que deben sostener a Sánchez para tener tiempo y recuperar punch antes de las elecciones generales. Con ese objetivo, se ha impuesto la tesis de cooperar desde el conflicto: apoyar al Gobierno en las políticas clave, especialmente en los Presupuestos, tratando de proyectarse como izquierda útil y, en paralelo, desmarcarse en cuestiones ideológicas que no ponen en riesgo a Sánchez.

Los dos últimos ejemplos, la monarquía y los toros. Iglesias quiere que el Congreso reconsidere su decisión de no investigar las conversaciones de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, ha advertido que no apoyará una reforma de los aforamientos que no retire la protección especial al rey, y ha reconfirmado que, en todo caso, forzará un referéndum si hay reforma constitucional para recortar ese privilegio, como propone el Gobierno. Informes internos de los morados vendrían a concluir que hay una amplia franja social reacia a la monarquía que podría ver bien estas reclamaciones, indican fuentes del partido. «Claro que tenemos disposición como socios de Gobierno para políticas sociales, pero no para blanquear la corrupción de la monarquía como parece que están haciendo PSOE, PP y Cs», advirtía Iglesias el jueves.

El Gobierno dice confiar en sus socios morados. Fuentes de la Moncloa consideran que Iglesias ha asumido que Podemos puede ser un socio en la izquierda, pero no una fuerza hegemónica. Están satisfechos con la colaboración y reconocen que para facilitarla necesitan ceder un protagonismo generoso al líder podemista.

La cuestión es si Iglesias ha renunciado a ganar, como cree el Ejecutivo. Según fuentes moradas, coexisten dos tesis en el partido. Los que asumen que la ventana de oportunidad se ha cerrado y que la colaboración con el PSOE debe crecer (con Carmena como bandera en el Ayuntamiento de Madrid). Y quienes quieren aún disputar la hegemonía a los socialistas. Según estas fuentes, Iglesias tiene una convicción «sincera de colaboración» con Sánchez, pero también está alerta.