El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, se ha mantenido en silencio durante las últimas semanas. Un mutismo sorprendente tras las dimisiones en la cúpula estatal por su giro a la derecha. Sin embargo, este viernes, el líder naranja habló y dejó un mensaje muy claro para aquellos que critican su estrategia política del no a la investidura del presidente del gobierno en funciones, Pedro Sánchez: «Si algunos piensan que el sanchismo tiene que campar a sus anchas, que presenten un partido político».

Fuentes del partido aseguraron que estas palabras iban dirigidas a «patronal, sindicatos o bancos» que les dicen «lo que tiene que hacer». Pero, lo cierto es que el exportavoz económico, Toni Roldán -dimitió de su puesto en la dirección de Cs, el pasado lunes, por no estar de acuerdo con el camino elegido- lo interpretó como un recado dirigido, especialmente, para él. Además, momentos después, ante el Consejo General, Rivera insistió en la necesidad de unidad: «Todos los que queráis remar en esta dirección, somos compañeros y lo seguiremos siendo».

Las respuestas de algunos de los críticos no se hicieron esperar. Para bien y para mal. Roldán lanzó un mensaje a través de su cuenta de Twitter para recordar al que fuera su presidente hasta hace unos días que «no hace falta crear un partido» nuevo. El exdiputado, contrario a dificultar la investidura de Sánchez y a los pactos con Vox, señaló que lo necesario es «sentarse, exigir reformas, regeneración y que no haya pactos con nacionalistas».

Por su parte, el líder de Cs en la UE, Luis Garicano, se mostró a favor del mensaje lanzado por Rivera pese a haber apostado por abstenerse en la investidura de Sánchez en la última reunión del Comité Ejecutivo. «Aquí Albert Rivera expresa perfectamente lo que hace a Ciudadanos diferente -señala en redes sociales- Ciudadanos libres e iguales que expresamos nuestra opinión de forma libre, pero que remamos, sin ambigüedades, en la misma dirección».

Con la crisis ya cerrada, o eso parece, Rivera defendió su viraje hacia el PP, por el cual también dimitió el eurodiputado Javier Nart. El dirigente liberal argumento que su estrategia se debe más a su indisposición a pactar con Sánchez que a tender la mano a los populares -aunque será difícil que evite ambas cosas-. Así, aseguró que «España necesita, como agua de mayo, una oposición fuerte, moderada, liberal, europeísta», «una oposición que no ha hecho el PP y PSOE en 40 años».

Con esta definición encima de la mesa de lo que, dice, van a hacer durante los próximos cuatro años, Rivera cargó contra los de Pablo Casado, aquellos que «prefieren una oposición radical o corrupta». Unas palabras que contrastan con el pacto que alcanzaron PP y Cs para gobernar en Castilla y León, horas después.

El acuerdo para formar un gobierno «conjunto, de colaboración e integración», un gesto más de cómo Rivera escora el partido hacia la derecha, se firmará la semana que viene y dará la presidencia al dirigente del PP, Alfonso Fernández Mañueco, y la vicepresidencia a Francisco Igea, de Cs. Además, se repartirán las diez consejerías -seis para los de Casado y cuatro para los de Rivera-.