Pablo Casado tiene estas elecciones la oportunidad de recuperar parte de los 71 diputados que perdió en abril. De 137 cayó a 66, el peor resultado del PP de toda su historia. Para intentar resurgir inició en verano un giro hacia el centro, se olvidó de los insultos a Pedro Sánchez e incluso empezó a hablar más despacio. Poco a poco fue aparcando los asuntos más controvertidos (Franco, la eutanasia, el aborto) y se olvidó de intentar atraer a los votantes de Vox. Y, por ahora, con esas rectificaciones Casado está obteniendo premio en los sondeos (alguno le da hasta 100 diputados) a la vez que se hunde Ciudadanos. El líder de los conservadores ha logrado que cale la idea de que hay partido.

Repetirá en cada mitin la necesidad de concentrar el voto de la derecha en el PP, la formación con «más experiencia» en «gestionar crisis». Para enviar ese mensaje de que está preparado para gobernar si es necesario esta vez se ha rodeado de veteranos en las listas, como las exministras Ana Pastor, Elvira Rodríguez e Isabel García Tejerina.

Pero estos días en Génova ha surgido una preocupación: el crecimiento que los sondeos también le dan a Santiago Abascal, una subida que va a poner a prueba la estrategia del PP. Esta semana a Casado se le ha notado que duda si se ha pasado de moderación en el asunto catalán en concreto, el tema estrella que da alas a Vox. Por eso el miércoles insinuó que la Generalitat está detrás del material explosivo de los miembros del Equipo de Respuesta Táctica (ERT) y, el jueves, aseguró que Quim Torra alienta «la rebelión y la insurrección».

Algunos dirigentes del PP consultados, y que piden discreción, consideran que Casado debe mantener la «templanza» que ha exhibido hasta ahora pese a los graves disturbios, que pueden reproducirse en campaña. El candidato defiende la aplicación de la ley de seguridad nacional para «quitarle el mando de los Mossos a Torra» y pide a Sánchez que le envíe ya un requerimiento, paso obligado para aplicar el 155. Un artículo que no cita en el programa electoral, por cierto, donde solo habla del «requerimiento». PILAR SANTOS