El Gobierno y ERC quieren que la mesa de diálogo sobre el conflicto en Cataluña avance cuanto antes, pese a las dudas y recelos de Quim Torra. Decididos a preservar el foro de entendimiento ante lo que consideran una táctica dilatoria de JxCat por intereses electoralistas, socialistas y republicanos acordaron ayer dar un paso adelante para que los posconvergentes no bloqueen el inicio de las conversaciones. El Ejecutivo, con el visto bueno de los de Oriol Junqueras, propuso que la primera reunión del nuevo organismo sea el próximo lunes, 24 de febrero, en la Moncloa. El anuncio enojó al entorno del president, que evitó aclarar si este asistirá, denunció la unilateralidad de la decisión por parte de la Moncloa y volvió a reclamar un relator para las reuniones, una figura que el Gobierno rechaza.

A primera hora de la mañana de ayer, el jefe de Gabinete de Pedro Sánchez telefoneó a su homólogo en la Generalitat. Fuentes conocedoras de la conversación señalan que, en un tono apresurado porque estaba a punto de entrar en una reunión, le trasladó la fecha que iba a defender el Gobierno, sin esperar el plácet de Barcelona.

EL ENFADO / La maniobra enervó a Presidencia de la Generalitat. Hasta entonces, las citas se habían consensuado antes de hacerse públicas, pero en esta ocasión el entorno de Torra conoció la oferta solo unos pocos minutos antes de que la Moncloa la hiciese pública. Si ya había recelos en el entorno del president, esta forma de actuar los reforzó.

Así que JxCat no ocultó su malestar, al contrario, pero tampoco llegó a dinamitar la convocatoria. Los convergentes no tienen ninguna fe en el organismo pactado entre el PSOE y ERC a cambio de la abstención de los republicanos en la investidura de Sánchez. Lo consideran insuficiente, porque insisten en que allí nunca se conseguirá ni el referéndum de autodeterminación ni la amnistía de los presos del procés. En privado, hablan de «mesa fake». Pero al mismo tiempo reconocen que están atados a ella, que no pueden levantarse, porque si lo hacen serían señalados como culpables del fracaso del diálogo.

La portavoz de JxCat en el Congreso, Laura Borràs, evitó dar por hecho que Torra acudirá al encuentro. En todo caso, fuentes de JxCat sostienen que, si la agenda del president lo permite, la reunión se celebrará el lunes, aunque sea sin la figura del mediador que reclaman y a pesar de que consideran que las formas no han guardado la cortesía mínima. Los posconvergentes subrayan que la «unilateralidad» en este tipo de decisiones revela la necesidad de la presencia de un mediador. Además, lamentan que el modo de actuar no es el que Sánchez y Torra acordaron en la reunión en Barcelona el pasado 6 de febrero. Según el entorno del mandatario catalán, entonces se comprometieron a crear un equipo técnico para gestionar la primera gran reunión, pero el Gobierno no les habría trasladado siquiera con qué personas deben hablar.

LASTRA Y RUFIÁN// Desde la Moncloa defienden que no se trata de una fecha cerrada, sino de una propuesta que tendrá que ser acordada. Fuentes conocedoras de las conversaciones confirman a este diario que el día ha sido pactado entre el PSOE y ERC. Los portavoces parlamentarios de ambas formaciones, Adriana Lastra y Gabriel Rufián, cerraron los detalles. Sus dos partidos han llegado a la conclusión de que Torra trata de poner palos en la rueda de una mesa de diálogo que lleva el sello de los republicanos para evitar que los de Oriol Junqueras lleguen con una conquista tangible ante las urnas. La decisión de hacer pública una fecha, por lo tanto, es una forma de empujar a JxCat para evitar que la cita se aleje sine die.

Fuentes conocedoras de las conversaciones recuerdan la importancia de que la primera reunión, que Sánchez y Torra se comprometieron a presidir, se celebre cuanto antes. Primero, para evitar que JxCat la haga fracasar enrocándose en la idea de que sin mediador todo es en vano. Y también para neutralizar el acto programado para el 29-F en Perpiñán, en el sur de Francia, con un esperable protagonismo del expresident Carles Puigdemont. El diálogo no parece sencillo, cuando las partes evidencian sus roces incluso para pactar una fecha.