Dolores Delgado venía con las ideas claras a la comisión de Justicia que corroboró sus méritos para ser la próxima fiscala general del Estado. Decidida a defender el único pero que se puede poner a su currículum, optó por ir a por todas: «Lo de ser ministra debería entenderse como una fortaleza, no como una debilidad». Y viendo que así no convencía a su auditorio cambió el planteamiento: Si no confían en ella, que lo hagan «en el sistema, en el Estatuto fiscal y, sobre todo, en la Constitución» La que previsiblemente la próxima semana se convertirá en la tercera fiscala general del Estado explicó que «no tendrá ataduras» a la hora de garantizar la independencia y autonomía fiscal.

Los portavoces parlamentarios no compartieron su visión. El ahora diputado de Cs Edmundo Bal, que como abogado del Estado fue apartado del procés al no compartir la acusación por sedición, reprochó al PSOE avanzar «en el umbral del dolor democrático. Da un poco de miedo pensar en su nombramiento. Usted no es imparcial». Javier Ortega Smith, por Vox, pidió que tras su designación «la fiscalía general se llame la fiscalía general socialista», por su «reconocido desprestigio» y tratarse de la «propuesta más contraria la principio de idoneidad». A Luis Santamaría, del PP, ya solo le quedó por decir que el nombramiento está «tan vinculado al pacto de ERC con el Gobierno como el escorpión a su veneno». Y le advirtió de que se tendrá que abstener de las causas que conoció como ministra de Justicia, entre ellas, el procés.

Delgado se remitió, en este sentido, a la jurisprudencia del Constitucional y del Supremo sobre las recusaciones de los jueces para negar que pueda hacerse con carácter general: habrá que ver caso a caso y determinar si en él se cumplen los supuestos de abstención. Con los relativos al procés lo tiene difícil, porque abandonó Justicia alardeando de «haber ganado» el juicio porque la condena fue por sedición, como adelantó este diario.

«Mal me conocen quienes piensan que una servidora pública va a traicionar unos principios que me han traído hasta aquí en la trinchera y en los despachos», zanjó.