La mesa de diálogo sobre el conflicto catalán acumula motivos de tensión antes incluso de ponerse en marcha. Primero fue la intención de la Moncloa de posponerla, después la batalla entre independentistas sobre la figura del relator, posteriormente el día de inicio y ahora, la composición de los miembros de la Generalitat, que incluye a personas de JxCat y ERC y que ha irritado al Gobierno.

Ayer, tras el enésimo estira y afloja interno entre los soberanistas, Torra anunció la presencia de cargos de partido, entre ellos fieles al expresident Carles Puigdemont, en la mesa. La molestia en el PSOE fue explícita, dado que se supone que la mesa deber reunir al gobierno central y al autonómico, un formato en el que ERC insistió durante las pasadas negociaciones de investidura, logrando mover a su terreno a los socialistas, que en principio eran partidarios de una mesa entre partidos.

DIRIGENTES DEL PARTIDO / Es más, en noviembre pasado, Torra pedía en el Parlamento catalán un diálogo «de gobierno a gobierno». Ahora, sin embargo, republicanos y posconvergentes han pactado unos miembros del ente donde no solo hay integrantes del Govern, sino también dirigentes de partido. En el caso de ERC, los que negociaron con el PSOE la investidura de Sánchez. Por JxCat, figuras directamente vinculadas a Puigdemont.

Los representantes del Ejecutivo central en la primera reunión de la mesa, convocada para mañana en el Palacio de la Moncloa, son todos miembros del propio Ejecutivo. Allí estarán el presidente, Pedro Sánchez; los vicepresidentes Carmen Calvo y Pablo Iglesias, y los ministros Salvador Illa, María Jesús Montero, Carolina Darias y Manuel Castells.

En la parte catalana, el president Torra y el vicepresident Pere Aragonès solo estarán en la sesión inaugural y en las que haya acuerdos «concretos», por lo cual la mayoría de los integrantes de la mesa serán políticos de partidos. No todos en JxCat ven con buenos ojos esta decisión y recuerdan cómo Torra reclamaba una negociación al máximo nivel.

ENFADO EN EL PSOE / Los socialistas no ven con buenos ojos este movimiento del dirigente catalán, que atribuyen a las complejas relaciones entre posconvergentes y republicanos, que pese a que gobiernan de la mano en Cataluña se encuentran en plena guerra abierta, con las próximas elecciones catalanas en el horizonte. La presidenta del PSOE, Cristina Narbona, evitó este lunes valorar los miembros propuestos por la Generalitat, pero al mismo tiempo dejó claro que todo está sujeto a cambios.

La vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño afirmó, en la visita que realizó ayer a Barcelona, que «lo más correcto» sería que la mesa la integraran ministros. Ambas partes estuvieron en contacto a lo largo del día de ayer pero la parte catalana sostuvo que no cambiaría a su delegación.

Es más, en esta ocasión el grueso de JxCat y ERC defendieron la presencia de dirigentes de partido en la mesa. Fuentes de Esquerra argumentaron que se trata de «aplicar los mejores criterios para los procesos negociadores» con una delegación «inclusiva, representativa y que pueda generar confianza y consenso».

CADA PARTE DECIDE / Los portavoces de los posconvergentes y de Esquerra respondieron al PSOE y al Gobierno que el acuerdo deja claro que cada parte decide sus integrantes. E insistieron en exigir una negociación sobre autodeterminación y amnistía, al mismo tiempo que el PSOE rebajaba las expectativas de la reunión. La solución territorial, insistió, no llegará a corto plazo, ni mucho menos, e incluso el acuerdo podría demorarse hasta la próxima legislatura.

En la reunión de mañana, Sánchez pondrá encima de la mesa la llamada «agenda para el reencuentro». La propia Narbona adelantó ayer que se comenzará por aquellas «cuestiones que susciten menos discrepancias», lo que excluye las reivindicaciones del independentismo.